Biblia Todo Logo
ព្រះគម្ពីរតាមអ៊ីនធឺណិត

- ការផ្សាយពាណិជ្ជកម្ម -





Isaías 31:9 - Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Hasta los más fuertes temblarán de terror, y los príncipes huirán al ver sus banderas de guerra», dice el Señor, cuyo fuego está en Sion y sus llamas arden desde Jerusalén.

សូមមើលជំពូក ចម្លង


កំណែច្រើនទៀត

Biblia Reina Valera 1960

9 Y de miedo pasará su fortaleza, y sus príncipes, con pavor, dejarán sus banderas, dice Jehová, cuyo fuego está en Sion, y su horno en Jerusalén.

សូមមើលជំពូក ចម្លង

Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Les entrará tanto miedo que huirán sin que nadie los detenga, y sus jefes, espantados, dejarán tirado el estandarte. Esta es palabra de Yavé, cuyo fuego arde en Sión y su horno está en Jerusalén.

សូមមើលជំពូក ចម្លង

La Biblia Textual 3a Edicion

9 Su roca escapará despavorida, Sus príncipes quedarán espantados ante su estandarte, dice YHVH, Que tiene su hoguera en Sión, Y su horno en Jerusalem.

សូមមើលជំពូក ចម្លង

Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 La tropa quedará aterrada, y sus jefes, temblando, abandonarán su estandarte. Oráculo de Yahveh, que tiene una hoguera en Sión y un horno en Jerusalén.

សូមមើលជំពូក ចម្លង

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

9 Y de miedo pasará a su fortaleza y sus príncipes tendrán pavor de la bandera, dice Jehová, cuyo fuego está en Sión, y su horno en Jerusalén.

សូមមើលជំពូក ចម្លង




Isaías 31:9
20 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: «El día del juicio se acerca, ardiente como un horno. En aquel día el arrogante y el perverso serán quemados como paja. Serán consumidos, desde las raíces hasta las ramas.


yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, intervendré a tu favor con trueno, terremoto y gran ruido, con torbellino, tormenta y fuego consumidor.


Entonces yo mismo seré un muro de fuego protector alrededor de Jerusalén, dice el Señor. ¡Y seré la gloria dentro de la ciudad!”.


Todos ustedes, habitantes del mundo, todos los que viven en la tierra: cuando levante mi bandera de guerra, ¡miren! Cuando toque el cuerno de carnero, ¡escuchen!


El Señor, la Luz de Israel, será un fuego; el Santo será una llama. Devorará con fuego los espinos y las zarzas, y en una sola noche quemará al enemigo por completo.


El Señor lavará la inmundicia de la hermosa Sion y limpiará a Jerusalén de sus manchas de sangre con el aliento abrasador de su ardiente juicio.


Y luego preguntará: “¿Dónde están sus dioses, esas rocas a las que acudieron para refugiarse?


Pero la roca de nuestros enemigos no es como nuestra Roca, hasta ellos mismos se dan cuenta de eso.


Recuerden, el fuego del altar siempre debe estar encendido; nunca debe apagarse.


Tofet, el lugar de incineración, hace tiempo que está preparado para el rey asirio; la pira tiene un gran montón de leña. El aliento del Señor, como fuego de volcán, la encenderá.


En ese día, el heredero del trono de David será estandarte de salvación para el mundo entero. Las naciones se reunirán junto a él, y la tierra donde vive será un lugar glorioso.


Él enviará una señal a las naciones lejanas y llamará con un silbido a los que están en los confines de la tierra; ellos irán corriendo a Jerusalén.


Por lo tanto, el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales, enviará una plaga entre las orgullosas tropas de Asiria, y un fuego ardiente consumirá su gloria.


«Levanta una bandera de señales en la cumbre descubierta de una colina; llama al ejército contra Babilonia. Hazles señas con la mano para darles ánimo mientras marchan hacia los palacios de los grandes y poderosos.


En aquel día, todos en la tierra de Judá cantarán esta canción: ¡Nuestra ciudad es fuerte! Estamos rodeados por las murallas de la salvación de Dios.


¿Ha golpeado el Señor a Israel como golpeaba a sus enemigos? ¿Lo ha castigado como los castigaba a ellos?


Miren, el Señor viene con fuego, y sus veloces carros de guerra retumban como un torbellino. Él traerá castigo con la furia de su ira y con el ardiente fuego de su dura reprensión.


Pero aunque rujan como las olas grandes de la playa, Dios los hará callar y huirán como la paja que esparce el viento, como los arbustos que ruedan antes de una tormenta.


Entonces Senaquerib, rey de Asiria, levantó campamento y regresó a su propia tierra. Volvió a Nínive, la capital del reino, y allí se quedó.


តាម​ពួក​យើង:

ការផ្សាយពាណិជ្ជកម្ម


ការផ្សាយពាណិជ្ជកម្ម