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Isaías 30:27 - Biblia Nueva Traducción Viviente

27 ¡Miren! El Señor viene desde muy lejos, ardiendo de enojo, rodeado de un humo espeso que sube. Sus labios están llenos de furia; sus palabras consumen como el fuego.

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Biblia Reina Valera 1960

27 He aquí que el nombre de Jehová viene de lejos; su rostro encendido, y con llamas de fuego devorador; sus labios llenos de ira, y su lengua como fuego que consume.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

27 ¡Miren cómo viene de lejos el Nombre de Yavé! Su ira es una llama, su presencia es aplastante. En sus labios se nota su furor y su lengua es como un fuego que devora.

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La Biblia Textual 3a Edicion

27 He aquí, el nombre de YHVH° viene de lejos, Y se acerca airado y levanta densa humareda; Sus labios están llenos de ira, y su lengua es fuego devorador,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

27 Mirad el nombre de Yahveh que viene de lejos, ardiente es su cólera y pesada su humareda; sus labios están llenos de enojo, su lengua es como fuego devorador;

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

27 He aquí, el nombre de Jehová viene de lejos: ardiendo en su ira, y su carga es pesada; sus labios están llenos de indignación, y su lengua como fuego consumidor;

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Isaías 30:27
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porque nuestro Dios es un fuego que todo lo consume.


Entonces el hombre de anarquía será dado a conocer, pero el Señor Jesús lo matará con el soplo de su boca y lo destruirá con el esplendor de su venida.


Por lo tanto, tengan paciencia —dice el Señor—. Pronto me levantaré y acusaré a esas naciones malvadas. Pues he decidido reunir a los reinos de la tierra y descargar mi más feroz ira y furia sobre ellos. Toda la tierra será consumida por el fuego de mi celo.


Observé mientras colocaban unos tronos en su lugar, y el Anciano se sentó a juzgar. Su ropa era blanca como la nieve; su cabello se parecía a la lana más pura. Se sentó sobre un trono ardiente con ruedas en llamas,


Cuando vean estas cosas, su corazón se alegrará. Florecerán como la hierba. Todos verán la mano de bendición del Señor sobre sus siervos, y su ira contra sus enemigos.


En el occidente, la gente respetará el nombre del Señor; en el oriente, lo glorificará. Pues él vendrá como una tempestuosa marea, impulsado por el aliento del Señor.


Los arroyos de Edom se llenarán de brea ardiente y el suelo se cubrirá de fuego.


Su pueblo será totalmente quemado, como los espinos que se cortan y se echan al fuego.


«Qué aflicción le espera a Asiria, la vara de mi ira. Yo la empleo como garrote para expresar mi enojo.


Las botas de los guerreros y los uniformes manchados de sangre por la guerra serán quemados; serán combustible para el fuego.


Oh Señor, ¿hasta cuándo seguirás enojado con nosotros? ¿Será para siempre? ¿Hasta cuándo arderá tu celo como el fuego?


«El Señor vino desde el monte Sinaí y se nos apareció en el monte Seir; resplandeció desde el monte Parán y llegó desde Meriba-cades con llamas de fuego en la mano derecha.


Pues mi enojo arde como el fuego y quema hasta las profundidades de la tumba. Devora la tierra y todos sus cultivos y enciende hasta los cimientos de las montañas.


El Señor su Dios es un fuego devorador; él es Dios celoso.


Vienen desde países distantes, desde más allá de los horizontes lejanos. Son las armas del Señor para descargar su enojo; con ellas destruirá toda la tierra.


Los pecadores de Jerusalén tiemblan de temor; el terror se apodera de los que no tienen a Dios. «¿Quién puede vivir con este fuego devorador? —claman—. ¿Quién puede sobrevivir a este fuego consumidor?».


Cuando pases por aguas profundas, yo estaré contigo. Cuando pases por ríos de dificultad, no te ahogarás. Cuando pases por el fuego de la opresión, no te quemarás; las llamas no te consumirán.


Miren, el Señor viene con fuego, y sus veloces carros de guerra retumban como un torbellino. Él traerá castigo con la furia de su ira y con el ardiente fuego de su dura reprensión.


Oh habitantes de Judá y de Jerusalén, renuncien a su orgullo y a su poder. Cambien la actitud del corazón ante el Señor, o mi enojo arderá como fuego insaciable debido a todos sus pecados.


Por eso ahora derramaré mi furia sobre ellos y los consumiré con el fuego de mi enojo. Haré recaer sobre su cabeza todo el castigo por cada uno de sus pecados. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!”».


y un río de fuego brotaba de su presencia. Millones de ángeles le atendían; muchos millones se pusieron de pie para servirle. Entonces comenzó la sesión del tribunal y se abrieron los libros.


Sin embargo, mi nombre es honrado desde la mañana hasta la noche por gente de otras naciones. En todo el mundo ofrecen incienso dulce y ofrendas puras en honor de mi nombre. Pues mi nombre es grande entre las naciones», dice el Señor de los Ejércitos Celestiales.


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