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Isaías 26:20 - Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Ve a tu casa, pueblo mío, ¡y pon cerrojo a tus puertas! Escóndete por un breve tiempo, hasta que haya pasado el enojo del Señor.

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Biblia Reina Valera 1960

20 Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Entra, pueblo mío, en tus habitaciones y cierra las puertas tras de ti; escóndete un momento hasta que pase la cólera.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos; Cierra detrás de ti tus puertas, Escóndete por un breve momento, Hasta que pase la indignación.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos y cierra tus puertas tras de ti; escóndete apenas un momento, hasta que pase el enojo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

20 Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete como por un momento, en tanto que pasa la indignación.

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Isaías 26:20
34 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Pues su ira dura solo un instante, ¡pero su favor perdura toda una vida! El llanto podrá durar toda la noche, pero con la mañana llega la alegría.


Pues él me ocultará allí cuando vengan dificultades; me esconderá en su santuario. Me pondrá en una roca alta donde nadie me alcanzará.


Pero tú, cuando ores, apártate a solas, cierra la puerta detrás de ti y ora a tu Padre en privado. Entonces, tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará.


Con sus plumas te cubrirá y con sus alas te dará refugio. Sus fieles promesas son tu armadura y tu protección.


El nombre del Señor es una fortaleza firme; los justos corren a él y quedan a salvo.


Cuídame como cuidarías tus propios ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas.


Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades!


Dentro de poco se acabará mi enojo contra ustedes, y después mi ira se levantará para destruirlos a ellos».


Pues tú eres mi escondite; me proteges de las dificultades y me rodeas con canciones de victoria. Interludio


«Escúchame, pueblo mío; óyeme, Israel, porque mi ley será proclamada y mi justicia llegará a ser una luz para las naciones.


Los que viven al amparo del Altísimo encontrarán descanso a la sombra del Todopoderoso.


Los escondes en el refugio de tu presencia, a salvo de los que conspiran contra ellos. Los proteges en tu presencia, los alejas de las lenguas acusadoras.


»Por lo tanto, diles a los desterrados: “Esto dice el Señor Soberano: ‘A pesar de que los esparcí por los países del mundo, yo seré un santuario para ustedes durante su tiempo en el destierro.


Y he puesto mis palabras en tu boca y te he escondido a salvo dentro de mi mano. Yo extendí el cielo como un dosel y puse los cimientos de la tierra. Yo soy el que le dice a Israel: “¡Tú eres mi pueblo!”».


Rescátame de mis enemigos, Señor; corro a ti para que me escondas.


¡Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia! En ti busco protección. Me esconderé bajo la sombra de tus alas hasta que haya pasado el peligro.


Cuando todo estuvo preparado, el Señor le dijo a Noé: «Entra en el barco con toda tu familia, porque puedo ver que, entre todas las personas de la tierra, solo tú eres justo.


Los sacerdotes disfrutarán de la abundancia, y mi pueblo se saciará de mis buenos regalos. ¡Yo, el Señor, he hablado!».


Entraron un macho y una hembra de cada especie, tal como Dios había ordenado a Noé. Luego el Señor cerró la puerta detrás de ellos.


»¡Oh Jerusalén, Jerusalén, la ciudad que mata a los profetas y apedrea a los mensajeros de Dios! Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina protege a sus pollitos debajo de sus alas, pero no me dejaste.


Esto les dije: “Obedézcanme, y yo seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo. ¡Hagan todo lo que les diga y les irá bien!”.


»¡Cómo quisiera que me escondieras en la tumba y que allí me dejaras olvidado hasta que pase tu enojo! ¡Pero anota en tu calendario para que te acuerdes de mí!


El prudente se anticipa al peligro y toma precauciones. El simplón avanza a ciegas y sufre las consecuencias.


«Qué aflicción le espera a Asiria, la vara de mi ira. Yo la empleo como garrote para expresar mi enojo.


Vienen desde países distantes, desde más allá de los horizontes lejanos. Son las armas del Señor para descargar su enojo; con ellas destruirá toda la tierra.


Pues el Señor está furioso contra las naciones; su furia es contra todos sus ejércitos. Los destruirá por completo; los condenará a ser masacrados.


Cuando vean estas cosas, su corazón se alegrará. Florecerán como la hierba. Todos verán la mano de bendición del Señor sobre sus siervos, y su ira contra sus enemigos.


»El rey hará lo que le venga en gana, se exaltará a sí mismo y afirmará ser más grande que todos los dioses, incluso blasfemará contra el Dios de dioses. El éxito lo acompañará, pero solo hasta que se cumpla el tiempo de la ira, pues lo que se ha establecido, sin lugar a dudas, ocurrirá.


Busquen al Señor los que son humildes y sigan sus mandamientos. Procuren hacer lo que es correcto y vivir con humildad. Quizá todavía el Señor los proteja y los libre de su ira en ese día de destrucción.


Clamo al Dios Altísimo, a Dios, quien cumplirá su propósito para mí.


Los alivias en tiempos difíciles hasta que se cave un pozo para capturar a los malvados.


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