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Isaías 24:6 - Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Por lo tanto, una maldición consume la tierra; sus habitantes tienen que pagar el precio por su pecado. El fuego los destruye, y solo unos cuantos quedan con vida.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Por eso, una maldición ha devorado la tierra por culpa de sus habitantes; por eso, se han ido muriendo y sólo quedan unos pocos. ('

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Por esto una maldición devora la tierra, Y sus habitantes lo pagan. Por esta causa los habitantes de la tierra son consumidos, Y la humanidad ha disminuido.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Por eso la maldición devora la tierra, y expían la culpa los que la habitan; por eso disminuyen los habitantes y quedan hombres contados.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

6 Por esta causa la maldición consumió la tierra, y los que habitan en ella fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y pocos son los hombres que aún quedan.

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Isaías 24:6
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El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: «El día del juicio se acerca, ardiente como un horno. En aquel día el arrogante y el perverso serán quemados como paja. Serán consumidos, desde las raíces hasta las ramas.


Sin embargo, la puerta de acceso a la vida es muy angosta y el camino es difícil, y son solo unos pocos los que alguna vez lo encuentran.


Con respecto a Israel, el profeta Isaías clamó: «Aunque los hijos de Israel son tan numerosos como la arena a la orilla del mar, solo un remanente se salvará.


Sus predicaciones harán volver el corazón de los padres hacia sus hijos y el corazón de los hijos hacia sus padres. De lo contrario, vendré y haré caer una maldición sobre la tierra».


Enviaré animales salvajes que los privarán de sus hijos y destruirán su ganado. Ustedes disminuirán en número y sus caminos quedarán desiertos.


Pero el día del Señor llegará tan inesperadamente como un ladrón. Entonces los cielos desaparecerán con un terrible estruendo, y los mismos elementos se consumirán en el fuego, y la tierra con todo lo que hay en ella quedará sometida a juicio.


Ustedes están bajo maldición porque toda la nación me ha estado estafando.


Escúchenme y decidan honrar mi nombre —dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—, o enviaré una maldición terrible contra ustedes. Maldeciré hasta las bendiciones que reciban. En realidad ya las he maldecido, porque ustedes no han tomado a pecho mi advertencia.


Conserva apenas un poquito del cabello y átalo en tu túnica.


Los más fuertes de ustedes desaparecerán como la paja; sus malas acciones serán la chispa que la encienda. Ellos y sus malas acciones se quemarán juntos, y nadie podrá apagar el fuego.


Aunque te multipliques tanto como las estrellas del cielo, quedarás reducido a unos cuantos, porque no quisiste escuchar al Señor tu Dios.


Pues el Señor los dispersará entre las naciones, donde solo unos pocos sobrevivirán.


Y la gente respondió a gritos: —¡Nos haremos responsables de su muerte, nosotros y nuestros hijos!


Por lo tanto, así como las lenguas de fuego consumen los rastrojos, y la hierba seca se marchita y cae en medio de la llama, así las raíces de ellos se pudrirán y sus flores se marchitarán. Pues han rechazado la ley del Señor de los Ejércitos Celestiales; han despreciado la palabra del Santo de Israel.


La tierra quedará ennegrecida por la furia del Señor de los Ejércitos Celestiales. El pueblo será combustible para el fuego, y nadie perdonará la vida ni siquiera de su propio hermano.


Y cuando mi espada haya terminado su trabajo en los cielos, caerá sobre Edom, la nación que he señalado para ser destruida.


Por eso yo he avergonzado a tus sacerdotes; he decretado la destrucción total de Jacob y la vergüenza para Israel.


Por lo tanto, esto dice el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales: «Debido a que mi pueblo habla de esta manera, mis mensajes saldrán de tu boca como llamas de fuego y quemarán al pueblo como si fuera leña.


Entonces el rey Joaquín, junto con la reina madre, sus consejeros, sus comandantes y sus oficiales, se rindieron ante los babilonios. Durante el octavo año de su reinado, Nabucodonosor tomó a Joaquín prisionero.


pero el capitán de la guardia permitió que algunos de los más pobres se quedaran para cuidar los viñedos y los campos.


Si el Señor de los Ejércitos Celestiales no hubiera perdonado la vida a unos cuantos entre nosotros, habríamos sido exterminados como Sodoma y destruidos como Gomorra.


¿Hasta cuándo tendrá que llorar esta tierra? Incluso la hierba de los campos se ha marchitado. Los animales salvajes y las aves han desaparecido debido a la maldad que hay en la tierra. Pues la gente ha dicho: «¡El Señor no ve nuestro futuro!».


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