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Isaías 24:4 - Biblia Nueva Traducción Viviente

4 La tierra está de duelo y se seca, y el suelo se consume y se marchita; hasta los mejores habitantes de la tierra se consumen.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Se destruyó, cayó la tierra; enfermó, cayó el mundo; enfermaron los altos pueblos de la tierra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 La tierra está de duelo y se seca, el mundo está agotado y decae, el cielo y la tierra se debilitan.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 De duelo está la tierra, se reseca; Languidece el universo, se marchita; Los encumbrados° de la tierra desfallecen.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Se entristece, languidece la tierra, desfallece, languidece el orbe, desfallecen el cielo y el suelo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

4 Se enlutó, se marchitó la tierra; el mundo languidece y se marchita; languidecen los grandes de los pueblos de la tierra.

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Isaías 24:4
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Por eso la tierra está de luto y todos desfallecen. Hasta los animales salvajes y las aves de los cielos y los peces del mar desaparecen.


La tierra de Israel se marchita con el duelo; el Líbano se seca a causa de la vergüenza. La llanura de Sarón es ahora un desierto; Basán y el Carmelo han sido saqueados.


Las puertas de Sion llorarán y se lamentarán. La ciudad será como una mujer violada, acurrucada en el suelo.


¿Hasta cuándo tendrá que llorar esta tierra? Incluso la hierba de los campos se ha marchitado. Los animales salvajes y las aves han desaparecido debido a la maldad que hay en la tierra. Pues la gente ha dicho: «¡El Señor no ve nuestro futuro!».


La tierra estará de luto y los cielos serán tapizados de negro a causa de la sentencia que pronuncié contra mi pueblo. Lo he decidido y no lo cambiaré».


Estamos todos infectados por el pecado y somos impuros. Cuando mostramos nuestros actos de justicia, no son más que trapos sucios. Como las hojas del otoño, nos marchitamos y caemos, y nuestros pecados nos arrasan como el viento.


¡Qué aflicción le espera a la orgullosa ciudad de Samaria, la corona gloriosa de los borrachos de Israel! Está asentada a la cabeza de un valle fértil, pero su belleza gloriosa se marchitará como una flor. Es el orgullo de un pueblo que el vino derribó.


La tierra será totalmente vaciada y saqueada. ¡El Señor ha hablado!


En aquel día, el Señor castigará a los dioses de los cielos y a los soberbios gobernantes en las naciones de la tierra.


Los caminos a Jerusalén están de luto, porque las multitudes ya no vienen para celebrar los festivales. En las puertas de la ciudad hay silencio, sus sacerdotes gimen, sus mujeres jóvenes lloran; ¡qué amarga es su suerte!


Los campos están arruinados, la tierra quedó desnuda. El grano está destruido, las uvas se secaron y se acabó el aceite de oliva.


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