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Isaías 2:19 - Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Cuando el Señor se levante para sacudir la tierra, sus enemigos se escabullirán en hoyos en el suelo. En cuevas en las rocas se esconderán del terror del Señor y de la gloria de su majestad.

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Biblia Reina Valera 1960

19 Y se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, por la presencia temible de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para castigar la tierra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Irán a meterse entre las rocas, y en los huecos de la tierra, para no ver la cara de Yavé, que da miedo o que brilla majestuosa, cuando él aparezca para hacer temblar la tierra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Y se meterán° en las cuevas de las peñas y en las rendijas de la tierra,° A causa del Terror de YHVH, y de la gloria de su majestad, Cuando Él se levante para sacudir terriblemente la tierra.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Entrarán en las cavernas de las rocas y en los antros de la tierra ante el terror de Yahveh, ante el esplendor de su majestad, cuando se levante para hacer temblar la tierra.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

19 Y se meterán en las hendiduras de las rocas, y en las cuevas de la tierra, por el temor de Jehová, y por la gloria de su majestad, cuando Él se levante para sacudir la tierra.

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Isaías 2:19
41 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Escabúllanse en cuevas en medio de las rocas. En el polvo, escóndanse del terror del Señor y de la gloria de su majestad.


La gente suplicará a los montes: “¡Caigan sobre nosotros!” y rogará a las colinas: “¡Entiérrennos!”.


Y los santuarios paganos de Avén, donde Israel pecaba, se derrumbarán. Alrededor de sus altares crecerán espinos y cardos. Suplicarán a los montes: «¡Entiérrennos!», y rogarán a las colinas: «¡Caigan sobre nosotros!».


mientras ellos se escabullen en cuevas y se esconden en los acantilados entre los peñascos. Tratarán de escapar del terror del Señor y de la gloria de su majestad, cuando él se levante para sacudir la tierra.


Después se abrió en el cielo el templo de Dios, y el arca de su pacto se podía ver dentro del templo. Salieron relámpagos, rugieron truenos y estruendos, y hubo un terremoto y una fuerte tormenta de granizo.


Cuando Dios habló desde el monte Sinaí, su voz hizo temblar la tierra, pero ahora él hace otra promesa: «Una vez más, haré temblar no solo la tierra, sino también los cielos».


»El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: “Dentro de poco, haré temblar los cielos y la tierra, los océanos y la tierra firme una vez más.


Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. La tierra y el cielo huyeron de su presencia, pero no encontraron ningún lugar donde esconderse.


Entonces rugieron y retumbaron truenos, y salieron relámpagos; y se produjo un fuerte terremoto, el peor desde que el hombre fue puesto sobre la tierra.


En ese mismo momento, hubo un gran terremoto que destruyó la décima parte de la ciudad. Murieron siete mil personas en el terremoto, y todos los demás quedaron aterrorizados y le dieron la gloria al Dios del cielo.


Durante esos días, las personas buscarán la muerte, pero no la encontrarán; desearán morir, ¡pero la muerte escapará de ellas!


Este mundo no era digno de ellos. Vagaron por desiertos y montañas, se escondieron en cuevas y hoyos de la tierra.


Serán castigados con destrucción eterna, separados para siempre del Señor y de su glorioso poder.


Como serpientes que salen de sus guaridas, saldrán para encontrarse con el Señor nuestro Dios. Sentirán mucho temor de él y temblarán de terror ante su presencia.


»Ahora mandaré llamar a muchos pescadores para que los capturen —dice el Señor—. Mandaré llamar a cazadores para que los cacen en los montes, en las colinas y en las cuevas.


Y cuando el Señor los golpee con su vara de castigo, su pueblo celebrará con arpas y panderetas. Él levantará su brazo poderoso y peleará contra los asirios.


¡Levántate, oh Señor, con enojo! ¡Hazle frente a la furia de mis enemigos! ¡Despierta, Dios mío, y trae justicia!


Cuando los filisteos vieron que se acercaban, gritaron: «¡Miren, los hebreos salen de sus escondites!».


Los hombres de Israel vieron el gran aprieto en el que se encontraban y, como estaban fuertemente presionados por el enemigo, trataron de esconderse en cuevas, matorrales, rocas, hoyos y cisternas.


Él sacude la tierra de su lugar y tiemblan sus cimientos.


Vendrán en inmensas multitudes y se establecerán en las regiones fértiles y también en los valles desolados, en las cuevas y en los lugares llenos de espinos.


Pues sacudiré los cielos y la tierra se saldrá de su lugar cuando el Señor de los Ejércitos Celestiales manifieste su furor en el día de su ira feroz».


¡Miren! El Señor está a punto de destruir la tierra y convertirla en una inmensa tierra baldía. Él devasta la superficie de la tierra y dispersa a los habitantes.


Los que huyan aterrorizados caerán en una trampa, y los que escapen de la trampa quedarán atrapados en una red. La destrucción cae de los cielos como la lluvia; tiemblan los cimientos de la tierra.


La tierra se ha hecho pedazos. Se ha derrumbado por completo; se sacude con violencia.


Pero el Señor dice: «Ahora me levantaré; ahora mostraré mi poder y mi fuerza.


Al oír el ruido de los carros de guerra y los arqueros, la gente huye aterrorizada. Ellos se esconden en los matorrales y corren a las montañas. Todas las ciudades han sido abandonadas; ¡no queda nadie en ellas!


»Ustedes, habitantes de Moab, huyan de sus ciudades y vivan en cuevas. Escóndanse como palomas que anidan en las hendiduras de las rocas.


»Diles: “Esto dice el Señor Soberano: ‘Tan cierto como que yo vivo, los que vivan en las ruinas morirán a filo de espada y enviaré animales salvajes para que devoren a los que vivan en campo abierto. Los que se escondan en fuertes y en cuevas morirán de enfermedades.


Y tú, Nínive, también te tambalearás como un borracho; te esconderás por temor al ataque del enemigo.


Haré temblar a todas las naciones y traerán los tesoros de todas las naciones a este templo. Llenaré este lugar de gloria, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales.


Todas pierden el valor y salen temblando de sus fortalezas.


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