8 Hasta los árboles del bosque —los cipreses y los cedros del Líbano— cantan esta alegre canción: “¡Dado que te talaron, nadie vendrá ahora para talarnos a nosotros!”.
Hice que las naciones temblaran de miedo al sonido de su caída, porque la envié a la tumba junto con todos los que descienden a la fosa. Los demás árboles vanidosos del Edén, los mejores y más hermosos del Líbano, aquellos que hundían sus raíces profundamente en el agua, se consolaron al encontrar a este árbol allí con ellos en las profundidades de la tierra.
Lloren, ustedes cipreses, por todos los cedros arruinados; han caído los más majestuosos. Lloren, ustedes robles de Basán, porque los tupidos bosques han sido talados.
Por medio de tus mensajeros, has desafiado al Señor. Dijiste: ‘Con mis numerosos carros de guerra conquisté las montañas más altas, sí, las cimas más remotas del Líbano. Corté sus cedros más altos y sus mejores cipreses. Alcancé sus rincones más lejanos y exploré sus bosques más espesos.