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Isaías 13:5 - Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Vienen desde países distantes, desde más allá de los horizontes lejanos. Son las armas del Señor para descargar su enojo; con ellas destruirá toda la tierra.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Vienen de lejana tierra, de lo postrero de los cielos, Jehová y los instrumentos de su ira, para destruir toda la tierra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Yavé y los defensores de su causa llegan de lejanas tierras, más allá del horizonte, para arrasar toda la tierra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Vienen de tierra lejana, del confín de los cielos: YHVH con las armas de su ira,° para asolar la tierra entera.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Vienen de tierra lejana, del extremo del cielo, Yahveh y las armas de su ira, para destruir toda la tierra.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

5 Vienen de una tierra lejana, de lo postrero del cielo, Jehová y las armas de su indignación, para destruir toda la tierra.

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Isaías 13:5
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Enviará a sus ángeles con un potente toque de trompeta y reunirán a los elegidos de todas partes del mundo, desde los extremos más lejanos de la tierra y del cielo.


¡Afilen las flechas! ¡Alcen los escudos! Pues el Señor ha incitado a los reyes de Media a que marchen contra Babilonia y la destruyan. Esta es su venganza contra los que profanaron su templo.


Pues estoy levantando un ejército de grandes naciones del norte. Unirán fuerzas para atacar a Babilonia, y esta será conquistada. Las flechas de los enemigos irán directamente al blanco; ¡no errarán!


Pues una nación la atacará desde el norte y traerá tal destrucción que nadie volverá a vivir allí. Desaparecerá todo; huirán tanto las personas como los animales.


¡Miren! El Señor está a punto de destruir la tierra y convertirla en una inmensa tierra baldía. Él devasta la superficie de la tierra y dispersa a los habitantes.


«Miren, yo incitaré a los medos contra Babilonia. No se les puede tentar con plata ni sobornar con oro.


Él enviará una señal a las naciones lejanas y llamará con un silbido a los que están en los confines de la tierra; ellos irán corriendo a Jerusalén.


¡Oh, cómo han caído los héroes poderosos! Despojados de sus armas, yacen muertos.


En ese día, el Señor llamará con un silbido al ejército del sur de Egipto y al ejército de Asiria. Ellos te rodearán como un enjambre de moscas o abejas.


«Qué aflicción le espera a Asiria, la vara de mi ira. Yo la empleo como garrote para expresar mi enojo.


Ve a tu casa, pueblo mío, ¡y pon cerrojo a tus puertas! Escóndete por un breve tiempo, hasta que haya pasado el enojo del Señor.


¡Miren! El Señor viene desde muy lejos, ardiendo de enojo, rodeado de un humo espeso que sube. Sus labios están llenos de furia; sus palabras consumen como el fuego.


Pues el Señor está furioso contra las naciones; su furia es contra todos sus ejércitos. Los destruirá por completo; los condenará a ser masacrados.


¿Alguna vez te ha dicho esto uno de tus ídolos? Vengan, todos ustedes, y escuchen: El Señor ha escogido a Ciro como su aliado; lo usará para poner fin al imperio de Babilonia y para destruir a los ejércitos babilónicos.


Cuando vean estas cosas, su corazón se alegrará. Florecerán como la hierba. Todos verán la mano de bendición del Señor sobre sus siervos, y su ira contra sus enemigos.


Escuchen el llanto de mi pueblo; puede oírse por toda la tierra. «¿Acaso ha abandonado el Señor a Jerusalén? —pregunta la gente—. ¿No está más su Rey allí?». «Oh, ¿por qué han provocado mi enojo con sus ídolos tallados y sus despreciables dioses ajenos?», pregunta el Señor.


El Señor abrió su arsenal y sacó armas para desahogar su furor. El terror que caiga sobre los babilonios será la obra del Señor Soberano de los Ejércitos Celestiales.


Por eso ahora derramaré mi furia sobre ellos y los consumiré con el fuego de mi enojo. Haré recaer sobre su cabeza todo el castigo por cada uno de sus pecados. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!”».


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