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Isaías 13:11 - Biblia Nueva Traducción Viviente

11 «Yo, el Señor, castigaré al mundo por su maldad y a los perversos por su pecado. Aplastaré la arrogancia de los soberbios y humillaré el orgullo de los poderosos.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Voy a castigar a todo el mundo por su maldad y a los impíos por sus crímenes; acabaré con el orgullo de la clase alta y humillaré la soberbia de los dictadores.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Castigaré al mundo por su maldad, A los inicuos por su iniquidad. Haré cesar la arrogancia de los soberbios Y humillaré la altivez de los tiranos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Castigaré en el mundo el mal, en los malvados su culpa, truncaré la soberbia de los insolentes, el orgullo de los tiranos humillaré.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

11 Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los tiranos.

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Isaías 13:11
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El orgullo humano será rebajado, y la arrogancia humana será humillada. Solo el Señor será exaltado en aquel día de juicio.


La humanidad será destruida y la gente derribada; hasta los arrogantes bajarán la mirada con humildad.


¡Miren! El Señor viene del cielo para castigar a la gente de la tierra por sus pecados. La tierra no seguirá escondiendo a los asesinados; los sacará a la vista de todos.


¡Maten a los hijos de este hombre! ¡Que mueran por los pecados de su padre! Que no se levanten para conquistar la tierra, y llenar el mundo con sus ciudades».


Hará justicia a los pobres y tomará decisiones imparciales con los que son explotados. La tierra temblará con la fuerza de su palabra, y bastará un soplo de su boca para destruir a los malvados.


En cambio, los malvados están condenados, porque recibirán exactamente lo que se merecen.


El orgullo humano será humillado, y la arrogancia humana será rebajada. Solo el Señor será enaltecido en aquel día de juicio.


Humíllalos con una mirada; pisa a los malvados allí donde están.


Todos los que temen al Señor odiarán la maldad. Por eso odio el orgullo y la arrogancia, la corrupción y el lenguaje perverso.


Pues el Señor aplastó tu poder malvado y puso fin a tu reino perverso.


El Señor de los Ejércitos Celestiales me ha revelado lo siguiente: «Hasta el día en que mueran, nunca se les perdonará este pecado». Ese es el juicio del Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales.


El Señor de los Ejércitos Celestiales lo hizo para destruir tu orgullo y dejar por el suelo a toda la nobleza de la tierra.


En aquel día, el Señor castigará a los dioses de los cielos y a los soberbios gobernantes en las naciones de la tierra.


Por lo tanto, naciones fuertes proclamarán tu gloria; naciones despiadadas te temerán.


»Pero de pronto, tus despiadados enemigos serán aplastados como el polvo más fino. Tus numerosos atacantes serán expulsados como la paja ante el viento. De repente, en un instante,


Los burlones ya no existirán, los arrogantes desaparecerán, y los que traman el mal serán muertos.


tanto por sus propios pecados como por los de sus antepasados —dice el Señor—. También quemaron incienso en los montes y me insultaron en las colinas. ¡Les daré su merecido!


Todos hemos oído de la soberbia de Moab, porque su orgullo es muy grande. Sabemos de su orgullo altanero, de su arrogancia y de su corazón altivo.


»¡Mira a los orgullosos! Confían en sí mismos y sus vidas están torcidas. Pero el justo vivirá por su fidelidad a Dios.


Si los justos reciben su recompensa aquí en la tierra, ¡cuánto más los pecadores perversos!


Pues el Señor de los Ejércitos Celestiales tiene asignado un día de juicio. Él castigará al orgulloso y al poderoso y derribará todo lo que esté enaltecido.


o como el calor implacable del desierto. Sin embargo, tú haces callar el rugido de las naciones extranjeras. Como la sombra de una nube aplaca el incesante calor, tú silencias las canciones vanidosas de la gente despiadada.


»Cuando se cumplió el tiempo, yo, Nabucodonosor, levanté los ojos al cielo. Recuperé la razón, alabé y adoré al Altísimo y di honra a aquel que vive para siempre. Su dominio es perpetuo, y eterno es su reino.


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