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Hechos 9:5 - Biblia Nueva Traducción Viviente

5 —¿Quién eres, señor? —preguntó Saulo. —Yo soy Jesús, ¡a quien tú persigues! —contestó la voz—.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Preguntó él: '¿Quién eres tú, Señor?' Y él respondió: 'Yo soy Jesús, a quien tú persigues.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Contestó: ¿Quién eres, Señor? Y Él: Yo soy Jesús, a quien tú persigues.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Él dijo: '¿Quién eres, Señor?'. Y él: 'Yo soy Jesús, a quien tú persigues.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

5 Y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra los aguijones.

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Hechos 9:5
15 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

a pesar de que yo antes blasfemaba el nombre de Cristo. En mi insolencia, yo perseguía a su pueblo; pero Dios tuvo misericordia de mí, porque lo hacía por ignorancia y porque era un incrédulo.


Dios es tan sabio y tan poderoso. ¿Quién lo ha desafiado alguna vez con éxito?


»Yo solía creer que mi obligación era hacer todo lo posible para oponerme al nombre de Jesús de Nazaret.


»¡Qué aflicción les espera a los que discuten con su Creador! ¿Acaso discute la olla de barro con su hacedor? ¿Reprocha el barro al que le da forma diciéndole: “¡Detente, lo estás haciendo mal!”? ¿Exclama la olla: “¡Qué torpe eres!”?


¿Qué? ¿Acaso nos atreveremos a despertar los celos del Señor? ¿Piensan que somos más fuertes que él?


pero si es de Dios, ustedes no podrán detenerlos. ¡Tal vez hasta se encuentren peleando contra Dios!».


Sométanse al hijo de Dios, no sea que se enoje y sean destruidos en plena actividad, porque su ira se enciende en un instante. ¡Pero qué alegría para todos los que se refugian en él!


»Pero Israel pronto engordó y se volvió rebelde; ¡el pueblo aumentó de peso, se puso gordo y relleno! Entonces abandonó a Dios, quien lo había creado; se burló de la Roca de su salvación.


Saulo cayó al suelo y oyó una voz que le decía: —¡Saulo, Saulo! ¿Por qué me persigues?


Ahora levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer.


—No, Señor —dijo Pedro—. Jamás he comido algo que nuestras leyes judías declaren impuro e inmundo.


Todos caímos al suelo y escuché una voz que me decía en arameo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Es inútil que luches contra mi voluntad”.


No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que ya haya alcanzado la perfección; pero sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo.


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