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Hechos 9:35 - Biblia Nueva Traducción Viviente

35 Entonces todos los habitantes de Lida y Sarón vieron a Eneas caminando, y se convirtieron al Señor.

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Biblia Reina Valera 1960

35 Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

35 Todos los habitantes de Lida y Sarón lo vieron y se convirtieron al Señor.

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La Biblia Textual 3a Edicion

35 Y lo vieron todos los que viven en Lida y en Sarón, y se convirtieron al Señor.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

35 Al verlo, todos los habitantes de Lida y Sarón se convirtieron al Señor.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

35 Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor.

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Hechos 9:35
32 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

El poder del Señor estaba con ellos, y un gran número de estos gentiles creyó y se convirtió al Señor.


Las noticias corrieron por toda la ciudad y muchos creyeron en el Señor;


Los gaditas vivieron en la tierra de Galaad, en Basán y sus aldeas, y por todos los pastizales de Sarón.


Así es, habrá abundancia de flores, de cantos y de alegría. Los desiertos se pondrán tan verdes como los montes del Líbano, tan bellos como el monte Carmelo o la llanura de Sarón. Allí el Señor manifestará su gloria, el esplendor de nuestro Dios.


En cambio, cuando alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado.


Toda la tierra reconocerá al Señor y regresará a él; todas las familias de las naciones se inclinarán ante él.


Sitrai de Sarón estaba a cargo del ganado en la llanura de Sarón. Safat, hijo de Adlai, era responsable del ganado en los valles.


Y el mensaje acerca del Señor se extendió por muchas partes y tuvo un poderoso efecto.


Esto continuó los siguientes dos años, de modo que gente de toda la provincia de Asia —tanto judíos como griegos— oyó la palabra del Señor.


»Y mi opinión entonces es que no debemos ponerles obstáculos a los gentiles que se convierten a Dios.


Así que el mensaje de Dios siguió extendiéndose. El número de creyentes aumentó en gran manera en Jerusalén, y muchos de los sacerdotes judíos también se convirtieron.


Pero muchos de los que habían oído el mensaje lo creyeron, así que el número de hombres creyentes ascendió a un total aproximado de cinco mil.


Presenta tus confesiones y vuélvete al Señor. Dile: «Perdona todos nuestros pecados y recíbenos con bondad para que podamos ofrecerte nuestras alabanzas.


Así que ahora, vuélvete a tu Dios. Actúa con amor y justicia, y confía siempre en él.


En cambio, probemos y examinemos nuestros caminos y volvamos al Señor.


¿Acaso alguien ha visto algo tan extraño como esto? ¿Quién ha oído hablar de algo así? ¿Acaso ha nacido una nación en un solo día? ¿Acaso ha surgido un país en un solo instante? Pero para cuando le comiencen los dolores de parto a Jerusalén, ya habrán nacido sus hijos.


La llanura de Sarón se llenará nuevamente de rebaños para mi pueblo que me busca, y el valle de Acor será lugar de pastoreo para las manadas.


La tierra de Israel se marchita con el duelo; el Líbano se seca a causa de la vergüenza. La llanura de Sarón es ahora un desierto; Basán y el Carmelo han sido saqueados.


Pueblo mío, aunque eres rebelde y perverso, ven y regresa al Señor.


Cuando vayas a la guerra, tu pueblo te servirá por voluntad propia. Estás envuelto en vestiduras santas, y tu fuerza se renovará cada día como el rocío de la mañana.


»En un futuro lejano, cuando estén sufriendo todas esas cosas, finalmente regresarán al Señor su Dios y escucharán lo que él les dice.


No se desgarren la ropa en su dolor sino desgarren sus corazones». Regresen al Señor su Dios, porque él es misericordioso y compasivo, lento para enojarse y lleno de amor inagotable. Está deseoso de desistir y no de castigar.


Los hijos de Elpaal fueron Heber, Misam, Semed (quien construyó las ciudades de Ono y Lod y sus aldeas cercanas),


todo el tiempo alabando a Dios y disfrutando de la buena voluntad de toda la gente. Y cada día el Señor agregaba a esa comunidad cristiana los que iban siendo salvos.


Pedro le dijo: «Eneas, ¡Jesucristo te sana! ¡Levántate y enrolla tu camilla!». Al instante, fue sanado.


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