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Hechos 8:9 - Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Un hombre llamado Simón, quien por muchos años había sido hechicero allí, asombraba a la gente de Samaria y decía ser alguien importante.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Había llegado a aquella ciudad antes que Felipe un hombre llamado Simón. Tenía muy impresionada a la gente de Samaría con sus artes mágicas y se hacía pasar por un gran personaje.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Pero cierto varón de nombre Simón, había estado practicando magia en la ciudad y asombraba a la gente de Samaria, haciéndose pasar por alguien importante.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Ya de antes había en la ciudad un hombre llamado Simón, que ejercía la magia y tenía seducida a la gente de Samaría, asegurándoles que él era un personaje muy importante.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

9 Pero había un hombre llamado Simón, el cual había ejercido la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, diciéndose ser algún grande.

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Hechos 8:9
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Después viajaron de ciudad en ciudad por toda la isla hasta que finalmente llegaron a Pafos, donde conocieron a un hechicero judío, un falso profeta llamado Barjesús.


Hace algún tiempo, hubo un tal Teudas, quien fingía ser alguien importante. Unas cuatrocientas personas se le unieron, pero a él lo mataron y todos sus seguidores se fueron cada cual por su camino. Todo el movimiento se redujo a nada.


Los que hablan por su propia cuenta buscan su propia gloria, pero el que busca honrar a quien lo envió, habla con la verdad, no con mentiras.


»También me pondré en contra de todos los que se entregan a la prostitución espiritual al confiar en médiums o en los que consultan a los espíritus de los muertos. Los eliminaré de la comunidad.


Lo escuchaban con atención porque, por mucho tiempo, él los había maravillado con su magia.


Pero los magos de Egipto volvieron a usar sus artes mágicas y también convirtieron el agua en sangre. De modo que el corazón del faraón siguió endurecido y se negó a escuchar a Moisés y a Aarón, tal como el Señor había dicho.


Entonces el faraón llamó a sus sabios y a sus hechiceros, y los magos egipcios hicieron lo mismo con sus artes mágicas:


Fuera de la ciudad están los perros: los que practican la brujería, los que cometen inmoralidades sexuales, los asesinos, los que rinden culto a ídolos, y todos los que se deleitan en vivir una mentira.


Se jactan de sí mismos con alardes tontos y sin sentido. Saben cómo apelar a los deseos sexuales pervertidos, para incitar a que vuelvan al pecado los que apenas se escapaban de una vida de engaño.


Actuarán como religiosos pero rechazarán el único poder capaz de hacerlos obedientes a Dios. ¡Aléjate de esa clase de individuos!


Pues la gente solo tendrá amor por sí misma y por su dinero. Serán fanfarrones y orgullosos, se burlarán de Dios, serán desobedientes a sus padres y malagradecidos. No considerarán nada sagrado.


Se exaltará a sí mismo y se opondrá a todo lo que la gente llame «dios» y a cada objeto de culto. Incluso se sentará en el templo de Dios y afirmará que él mismo es Dios.


Ni los magos podían estar delante de Moisés, porque también ellos estaban afectados con las llagas, igual que todos los egipcios.


pero Elimas, el hechicero (eso es lo que significa su nombre en griego), se entrometió y trataba de persuadir al gobernador para que no prestara atención a lo que Bernabé y Saulo decían. Trataba de impedir que el gobernador creyera.


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