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Hechos 5:13 - Biblia Nueva Traducción Viviente

13 pero nadie más se atrevía a unirse a ellos, aunque toda la gente los tenía en alta estima.

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Biblia Reina Valera 1960

13 De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 y nadie de los otros se atrevía a unirse a ellos, pero el pueblo los tenía en gran estima.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Pero de los demás, ninguno osaba juntarse con ellos; pero el pueblo los alababa grandemente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 De los demás, nadie se atrevía a mezclarse con ellos; pero el pueblo los tenía en gran estima.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

13 Y de los demás, ninguno osaba juntarse con ellos; pero el pueblo los alababa grandemente.

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Hechos 5:13
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todo el tiempo alabando a Dios y disfrutando de la buena voluntad de toda la gente. Y cada día el Señor agregaba a esa comunidad cristiana los que iban siendo salvos.


Entonces el Concilio los amenazó aún más, pero finalmente los dejaron ir porque no sabían cómo castigarlos sin desatar un disturbio. Pues todos alababan a Dios


Esta historia corrió velozmente por toda Éfeso, entre judíos y griegos por igual. Un temor solemne descendió sobre la ciudad, y el nombre del Señor Jesús fue honrado en gran manera.


En cuanto Ananías oyó estas palabras, cayó al suelo y murió. Todos los que se enteraron de lo sucedido quedaron aterrados.


Más tarde, José de Arimatea, quien había sido un discípulo secreto de Jesús (por temor a los líderes judíos), pidió permiso a Pilato para bajar el cuerpo de Jesús. Cuando Pilato concedió el permiso, José fue a buscar el cuerpo y se lo llevó.


Sin embargo, hubo muchos que sí creyeron en él —entre ellos algunos líderes judíos—, pero no lo admitían por temor a que los fariseos los expulsaran de la sinagoga,


Los padres dijeron eso por miedo a los líderes judíos, quienes habían anunciado que cualquiera que dijera que Jesús era el Mesías sería expulsado de la sinagoga.


pero no se les ocurría nada, porque el pueblo prestaba mucha atención a cada palabra que él decía.


Los pecadores de Jerusalén tiemblan de temor; el terror se apodera de los que no tienen a Dios. «¿Quién puede vivir con este fuego devorador? —claman—. ¿Quién puede sobrevivir a este fuego consumidor?».


Entonces ella le dijo a Elías: —¡Ay, hombre de Dios! ¿Qué me ha hecho usted? ¿Ha venido aquí para señalarme mis pecados y matar a mi hijo?


El capitán fue con los guardias del templo y arrestó a los apóstoles, pero sin violencia, porque tenían miedo de que la gente los apedreara.


Tampoco nos jactamos ni nos atribuimos el mérito por el trabajo que otro haya hecho. En cambio, esperamos que la fe de ustedes crezca, a fin de que se extiendan los límites de nuestro trabajo entre ustedes.


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