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Hechos 17:24 - Biblia Nueva Traducción Viviente

24 »Él es el Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él. Ya que es el Señor del cielo y de la tierra, no vive en templos hechos por hombres,

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Biblia Reina Valera 1960

24 El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él no vive en santuarios fabricados por humanos, pues es Señor del Cielo y de la tierra,

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, siendo Señor de cielo y tierra, no habita en templos hechos por manos,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, siendo, como es, señor de cielo y tierra, no habita en templos hechos a mano,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

24 El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay; Éste, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos de manos;

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Hechos 17:24
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»¿Pero es realmente posible que Dios habite en la tierra? Ni siquiera los cielos más altos pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido!


»Mira, los cielos más altos, y la tierra y todo lo que hay en ella pertenecen al Señor tu Dios.


Sin embargo, el Altísimo no vive en templos hechos por manos humanas. Como dice el profeta:


Esto dice el Señor: «El cielo es mi trono y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Podrían acaso construirme un templo tan bueno como ese? ¿Podrían construirme un lugar de descanso así?


»¿Pero es realmente posible que Dios habite en la tierra, entre seres humanos? Ni siquiera los cielos más altos pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido!


En esa ocasión, Jesús hizo la siguiente oración: «Oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, gracias por esconder estas cosas de los que se creen sabios e inteligentes, y por revelárselas a los que son como niños.


pero en realidad, ¿quién puede edificarle un hogar digno de él? ¡Ni siquiera los cielos más altos pueden contenerlo! ¿Quién soy yo para proponer construirle un templo, excepto como lugar para quemarle sacrificios?


Los cielos pertenecen al Señor, pero él ha dado la tierra a toda la humanidad.


Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. La tierra y el cielo huyeron de su presencia, pero no encontraron ningún lugar donde esconderse.


«Amigos, ¿por qué hacen esto? ¡Nosotros somos simples seres humanos, tal como ustedes! Hemos venido a traerles la Buena Noticia de que deben apartarse de estas cosas inútiles y volverse al Dios viviente, quien hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos.


Cuando los creyentes oyeron las noticias, todos juntos alzaron sus voces en oración a Dios: «Oh Señor Soberano, Creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo lo que hay en ellos,


Diles a los que rinden culto a otros dioses: «Sus supuestos dioses, que no hicieron los cielos y la tierra, desaparecerán de la tierra y de debajo de los cielos».


En esa misma ocasión, Jesús se llenó del gozo del Espíritu Santo y dijo: «Oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, gracias por esconder estas cosas de los que se creen sabios e inteligentes y por revelárselas a los que son como niños. Sí, Padre, te agradó hacerlo de esa manera.


Dios, el Señor, creó los cielos y los extendió; creó la tierra y todo lo que hay en ella. Él es quien da aliento a cada uno y vida a todos los que caminan sobre la tierra. Y es él quien dice:


En presencia del Señor, el rey hizo la siguiente oración: «¡Oh Señor, Dios de Israel, tú estás entronizado entre los poderosos querubines! Solo tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra. Solo tú creaste los cielos y la tierra.


¿Puede alguien esconderse de mí en algún lugar secreto? ¿Acaso no estoy en todas partes en los cielos y en la tierra?», dice el Señor.


Pues cada casa tiene un constructor, pero el que construyó todo es Dios.


Pero yo digo: ¡no hagas juramentos! No digas: “¡Por el cielo!”, porque el cielo es el trono de Dios.


¿Quién ha sostenido los océanos en la mano? ¿Quién ha medido los cielos con los dedos? ¿Quién sabe cuánto pesa la tierra, o ha pesado los montes y las colinas en una balanza?


La tierra es del Señor y todo lo que hay en ella; el mundo y todos sus habitantes le pertenecen.


Y ahora, en estos últimos días, nos ha hablado por medio de su Hijo. Dios le prometió todo al Hijo como herencia y, mediante el Hijo, creó el universo.


En el principio la Palabra ya existía. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.


¿Acaso nunca han oído? ¿Nunca han entendido? El Señor es el Dios eterno, el Creador de toda la tierra. Él nunca se debilita ni se cansa; nadie puede medir la profundidad de su entendimiento.


Este mensaje vino del Señor con respecto al destino de Israel: «El siguiente mensaje es del Señor, quien extendió los cielos, puso los cimientos de la tierra y formó el espíritu humano.


Que todos alaben el nombre del Señor, porque su nombre es muy grande; ¡su gloria está por encima de la tierra y el cielo!


Todos los hombres de la tierra no son nada comparados con él. Él hace lo que quiere entre los ángeles del cielo y entre la gente de la tierra. Nadie puede detenerlo ni decirle: “¿Por qué haces estas cosas?”.


«¡Oh Señor Soberano! Hiciste los cielos y la tierra con tu mano fuerte y tu brazo poderoso. ¡Nada es demasiado difícil para ti!


Pues el Señor es Dios; él creó los cielos y la tierra y puso todas las cosas en su lugar. Él hizo el mundo para ser habitado, no para que fuera un lugar vacío y de caos. «Yo soy el Señor —afirma—, y no hay otro.


Pero felices son los que tienen como ayudador al Dios de Israel, los que han puesto su esperanza en el Señor su Dios.


Melquisedec bendijo a Abram con la siguiente bendición: «Bendito sea Abram por Dios Altísimo, Creador de los cielos y la tierra.


Abram le respondió al rey de Sodoma: —Juro solemnemente ante el Señor, Dios Altísimo, Creador de los cielos y la tierra,


En el principio, Dios creó los cielos y la tierra.


¿No somos hijos del mismo Padre? ¿No fuimos creados por el mismo Dios? Entonces, ¿por qué nos traicionamos unos a otros, violando el pacto de nuestros antepasados?


Ellos conocen la verdad acerca de Dios, porque él se la ha hecho evidente.


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