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Hechos 11:30 - Biblia Nueva Traducción Viviente

30 Así lo hicieron, y confiaron sus ofrendas a Bernabé y a Saulo para que las llevaran a los ancianos de la iglesia de Jerusalén.

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Biblia Reina Valera 1960

30 lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

30 Así lo hicieron, enviándosela a los presbíteros por medio de Bernabé y Saulo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 Así lo hicieron, y se la remitieron a los ancianos por medio de Bernabé y de Saulo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

30 Lo cual también hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.

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Hechos 11:30
21 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Pablo y Bernabé también nombraron ancianos en cada iglesia. Con oración y ayuno, encomendaron a los ancianos al cuidado del Señor, en quien habían puesto su confianza.


Cuando Bernabé y Saulo terminaron su misión en Jerusalén, regresaron llevándose con ellos a Juan Marcos.


¿Alguno está enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia, para que vengan y oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor.


Te dejé en la isla de Creta para que pudieras terminar nuestro trabajo ahí y nombrar ancianos en cada ciudad, tal como te lo indiqué.


Los ancianos que cumplen bien su función deberían ser respetados y bien remunerados, en particular los que trabajan con esmero tanto en la predicación como en la enseñanza.


Cuando llegamos a Mileto, Pablo envió un mensaje a los ancianos de la iglesia de Éfeso para pedirles que vinieran a su encuentro.


Luego fueron de ciudad en ciudad enseñando a los creyentes a que siguieran las decisiones tomadas por los apóstoles y los ancianos de Jerusalén.


Así que los apóstoles y los ancianos se reunieron para resolver este asunto.


Cuando llegaron a Jerusalén, toda la iglesia —incluidos los apóstoles y los ancianos— dio la bienvenida a Pablo y a Bernabé, quienes les informaron acerca de todo lo que Dios había hecho por medio de ellos.


Y ahora, una palabra para ustedes los ancianos en las iglesias. También soy un anciano y testigo de los sufrimientos de Cristo. Y yo también voy a participar de su gloria cuando él sea revelado a todo el mundo. Como anciano igual que ustedes, les ruego:


Yo, Juan, el anciano, les escribo esta carta a la señora elegida y a sus hijos, a quienes amo en la verdad —y no solo yo sino también todos los que conocen la verdad—,


No escuches ninguna acusación contra un anciano, a menos que haya dos o tres testigos que la confirmen.


Al día siguiente, Pablo fue con nosotros para encontrarnos con Santiago, y todos los ancianos de la iglesia de Jerusalén estaban presentes.


La carta que llevaron decía lo siguiente: «Nosotros, los apóstoles y los ancianos, sus hermanos de Jerusalén, escribimos esta carta a los creyentes gentiles de Antioquía, Siria y Cilicia. ¡Saludos!


Pablo y Bernabé no estaban de acuerdo con ellos y discutieron con vehemencia. Finalmente, la iglesia decidió enviar a Pablo y a Bernabé a Jerusalén, junto con algunos creyentes del lugar, para que hablaran con los apóstoles y con los ancianos sobre esta cuestión.


Por ejemplo, había un tal José, a quien los apóstoles le pusieron el sobrenombre Bernabé (que significa «hijo de ánimo»). Él pertenecía a la tribu de Leví y era oriundo de la isla de Chipre.


Por ese tiempo, el rey Herodes Agripa comenzó a perseguir a algunos creyentes de la iglesia.


No descuides el don espiritual que recibiste mediante la profecía que se pronunció acerca de ti cuando los ancianos de la iglesia te impusieron las manos.


Yo, Juan, el anciano, le escribo esta carta a Gayo, mi querido amigo, a quien amo en la verdad.


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