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Habacuc 3:3 - Biblia Nueva Traducción Viviente

3 »¡Veo a Dios cruzando el desierto de Edom; el Santo viene desde el monte Parán! Su brillante esplendor llena los cielos, y la tierra se llena de su alabanza.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Dios vendrá de Temán, Y el Santo desde el monte de Parán. Selah Su gloria cubrió los cielos, Y la tierra se llenó de su alabanza.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Viene Dios de Temán, el Santo, desde el monte Parán. Su majestad envuelve los cielos y su Gloria repleta la tierra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Dios viene desde Temán, El Santo, de los montes de Parán. SelahSu esplendor eclipsa los cielos y la tierra se llena de sus alabanzas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Dios viene de Temán, el Santo del monte Parán. Selah Su majestad cubre los cielos, de su gloria se llena la tierra.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

3 Dios viene de Temán, y el Santo del monte de Parán (Selah). Su gloria cubrió los cielos, y la tierra se llenó de su alabanza.

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Habacuc 3:3
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«El Señor vino desde el monte Sinaí y se nos apareció en el monte Seir; resplandeció desde el monte Parán y llegó desde Meriba-cades con llamas de fuego en la mano derecha.


Los más poderosos guerreros de Temán sentirán terror, y todos en las montañas de Edom serán exterminados en la masacre.


Por lo tanto, haré caer fuego sobre Temán, y las fortalezas de Bosra serán destruidas».


No pequen al dejar que el enojo los controle; reflexionen durante la noche y quédense en silencio. Interludio


Este es el mensaje que se dio acerca de Edom. Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales: «¿No hay sabiduría en Temán? ¿No queda nadie que pueda dar sabios consejos?


Se decían unos a otros: «¡Santo, santo, santo es el Señor de los Ejércitos Celestiales! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!».


Rodeado de incontables millares de carros de guerra, el Señor llegó del monte Sinaí y entró en su santuario.


y me dijeron: “Mira, el Señor nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz salir de en medio del fuego. Hoy comprobamos que Dios puede hablar con los seres humanos, ¡pero aun así seguimos con vida!


se estableció en el desierto de Parán, y su madre arregló que se casara con una mujer de la tierra de Egipto.


Cuando descendiste hace mucho tiempo, hiciste obras temibles, por encima de nuestras mayores expectativas. ¡Y cómo temblaron los montes!


Como lo merece tu nombre, oh Dios, serás alabado hasta los extremos de la tierra; tu fuerte mano derecha está llena de victoria.


Haz que tiemblen de miedo, oh Señor; que las naciones sepan que no son más que seres humanos. Interludio


Al Señor lo conocen por su justicia; los malvados son presos de sus propias acciones. Interludio de silencio


Clamé al Señor, y él me respondió desde su monte santo. Interludio


Son tantos los que dicen: «¡Dios no lo rescatará!». Interludio


Murió Samuel, y todo Israel se reunió para su funeral. Lo enterraron en su casa en Ramá. Luego David bajó al desierto de Maón.


Entonces los israelitas salieron del desierto de Sinaí y viajaron de un lugar a otro hasta que la nube se detuvo en el desierto de Parán.


Cuando los israelitas oyeron los truenos y el toque fuerte del cuerno de carnero y vieron los destellos de relámpagos y el humo que salía del monte, se mantuvieron a distancia, temblando de miedo.


Los descendientes de Elifaz fueron Temán, Omar, Zefo, Gatam y Cenaz.


Él está por encima de las naciones; su gloria es más alta que los cielos.


Que todos alaben el nombre del Señor, porque su nombre es muy grande; ¡su gloria está por encima de la tierra y el cielo!


¡Qué aflicción les espera a los que buscan ayuda en Egipto, al confiar en sus caballos, en sus carros de guerra y en sus conductores; y al depender de la fuerza de ejércitos humanos en lugar de buscar ayuda en el Señor, el Santo de Israel!


Salieron de Madián y se fueron a Parán, donde otros se les unieron. Luego viajaron a Egipto y se presentaron ante el faraón, quien les dio casa, comida y tierras.


De pronto, la gloria del Dios de Israel apareció desde el oriente. El sonido de su venida era como el rugir de aguas torrentosas y todo el paisaje resplandeció con su gloria.


Así como las aguas llenan el mar, la tierra se llenará del conocimiento de la gloria del Señor.


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