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Habacuc 3:10 - Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Las montañas observaron y temblaron. Avanzaron las tempestuosas aguas. Las profundidades del mar rugieron levantando sus manos en sumisión.

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Biblia Reina Valera 1960

10 Te vieron y tuvieron temor los montes; Pasó la inundación de las aguas; El abismo dio su voz, A lo alto alzó sus manos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 las montañas te ven y se estremecen; caen lluvias de diluvio mientras truena la voz del abismo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Te ven las montañas, y tiemblan; El turbión de aguas se desencadena, El abismo deja oír su voz, y eleva en alto sus manos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 tiemblan los montes al verte, pasa una tromba de agua alza su voz el abismo, el sol levanta sus manos a lo alto

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

10 Te vieron las montañas y temblaron; pasó el desbordamiento de las aguas; el abismo dio su voz, y levantó en alto sus manos.

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Habacuc 3:10
36 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Fue por la fe que el pueblo de Israel atravesó el mar Rojo como si estuviera pisando tierra seca, pero cuando los egipcios intentaron seguirlos, murieron todos ahogados.


Las aguas crecieron, oh Señor. Los diluvios han rugido como truenos; las inundaciones elevaron sus impetuosas olas.


En ese momento, la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló, las rocas se partieron en dos,


Miré a las montañas y colinas que temblaban y se agitaban.


Los animales salvajes de los campos me darán las gracias, y también los chacales y los búhos, por darles agua en el desierto. Sí, haré ríos en la tierra árida y baldía, para que mi pueblo escogido pueda refrescarse.


En cuanto los sacerdotes que llevaban el arca del pacto del Señor salieron del lecho del río y sus pies pisaron tierra firme, las aguas del Jordán volvieron a fluir y desbordaron el cauce como antes.


Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. La tierra y el cielo huyeron de su presencia, pero no encontraron ningún lugar donde esconderse.


Luego el sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates, y este se secó para que los reyes del oriente pudieran marchar con sus ejércitos sin obstáculos hacia el occidente.


El cielo fue enrollado como un pergamino, y todas las montañas y las islas fueron movidas de su lugar.


Cuando él se detiene, la tierra se estremece. Cuando mira, las naciones tiemblan. Él derrumba las montañas perpetuas y arrasa las antiguas colinas. ¡Él es el Eterno!


Ante la presencia de Dios las montañas se estremecen y las colinas se derriten; la tierra tiembla y sus habitantes son destruidos.


Las montañas se derriten debajo de sus pies y se derraman sobre los valles como cera en el fuego, como agua que desciende de una colina.


Ustedes vivirán con gozo y paz. Los montes y las colinas se pondrán a cantar y los árboles de los campos aplaudirán.


Abrió un camino seco a través del mar Rojo, y su pueblo cruzó a pie. Allí nos alegramos en él.


Los prados se visten con rebaños de ovejas, y los valles están alfombrados con grano. ¡Todos gritan y cantan de alegría!


Luego, a tu orden, oh Señor, a la ráfaga de tu aliento, pudo verse el fondo del mar, y los cimientos de la tierra quedaron al descubierto.


¡Dividiste el mar para que tu pueblo pudiera cruzarlo por tierra seca! Luego arrojaste a sus perseguidores a las profundidades del mar. Se hundieron como piedras en aguas turbulentas.


De repente, se desató sobre el lago una fuerte tormenta, con olas que entraban en la barca; pero Jesús dormía.


La tierra tiembla ante su mirada; las montañas humean cuando él las toca.


Alaben al Señor desde la tierra, ustedes, criaturas de las profundidades del océano,


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