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Génesis 50:24 - Biblia Nueva Traducción Viviente

24 José les dijo a sus hermanos: «Yo pronto moriré pero ciertamente Dios los ayudará y los sacará de esta tierra de Egipto. Él los hará volver a la tierra que solemnemente prometió dar a Abraham, a Isaac y a Jacob».

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Biblia Reina Valera 1960

24 Y José dijo a sus hermanos: Yo voy a morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 José dijo a sus hermanos: 'Yo voy a morir, pero tengan la plena seguridad de que Dios los visitará y los hará subir de este país a la tierra que juró dar a Abraham, Isaac y Jacob.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Después, dijo José a sus hermanos: Yo voy a morir, pero ’Elohim ciertamente os visitará,° y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró dar a Abraham, a Isaac, y a Jacob.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Dijo José a sus hermanos: 'Se acerca la hora de mi muerte, pero Dios os visitará y os hará subir de este país a la tierra que juró dar a Abrahán, a Isaac, y a Jacob'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

24 Y José dijo a sus hermanos: Yo moriré; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac, y a Jacob.

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Génesis 50:24
34 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Y te entregaré la tierra que les di a Abraham y a Isaac. Así es, te la daré a ti y a tus descendientes».


Vive aquí como extranjero en esta tierra, y yo estaré contigo y te bendeciré. Yo, con estas palabras, confirmo que te daré todas estas tierras a ti y a tu descendencia, tal como le prometí solemnemente a Abraham, tu padre.


En la parte superior de la escalera estaba el Señor, quien le dijo: «Yo soy el Señor, Dios de tu abuelo Abraham, y Dios de tu padre Isaac. La tierra en la que estás acostado te pertenece. Te la entrego a ti y a tu descendencia.


Entonces Jacob le dijo a José: —Mira, yo estoy a punto de morir, pero Dios estará contigo y te llevará de regreso a Canaán, la tierra de tus antepasados.


Yo descenderé contigo a Egipto y te volveré a traer. Morirás en Egipto, pero José estará contigo para cerrar tus ojos.


Entonces el Señor hizo un pacto con Abram aquel día y dijo: «Yo he entregado esta tierra a tus descendientes, desde la frontera de Egipto hasta el gran río Éufrates,


Entonces el Señor le dijo: —Yo soy el Señor que te sacó de Ur de los caldeos para darte esta tierra como posesión.


Recorre toda la tierra en cada dirección, pues yo te la entrego».


Yo te doy toda esta tierra, tan lejos como alcances a ver, a ti y a tu descendencia como posesión permanente.


Entonces el Señor se le apareció a Abram y le dijo: «Daré esta tierra a tu descendencia». Y Abram edificó allí un altar y lo dedicó al Señor, quien se le había aparecido.


Fue por la fe que José, cuando iba a morir, declaró con confianza que el pueblo de Israel saldría de Egipto. Incluso les mandó que se llevaran sus huesos cuando ellos salieran.


Y así como cada persona está destinada a morir una sola vez y después vendrá el juicio,


Cuando Adán pecó, el pecado entró en el mundo. El pecado de Adán introdujo la muerte, de modo que la muerte se extendió a todos, porque todos pecaron.


Pues ese día el polvo volverá a la tierra, y el espíritu regresará a Dios, que fue quien lo dio.


Acuérdate de él antes de que tengas miedo de caerte y te preocupes de los peligros de la calle; antes de que el cabello se te ponga blanco como un almendro en flor y arrastres los pies sin energía como un saltamontes moribundo, y la alcaparra ya no estimule el deseo sexual. Acuérdate de él antes de que te falte poco para llegar a la tumba —tu hogar eterno— donde los que lamentan tu muerte llorarán en tu entierro.


Y sé que me envías a la muerte, el destino de todos los que viven.


»El Señor tu Dios pronto te establecerá en la tierra que juró darte cuando hizo un pacto con tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. Es una tierra con ciudades grandes y prósperas que tú no edificaste.


¡Miren, les doy toda esta tierra! Entren y tomen posesión de ella, porque es la tierra que el Señor juró dar a sus antepasados —Abraham, Isaac y Jacob— y a todos los descendientes de ellos”».


“De todos los que rescaté de Egipto, ninguno de veinte años o más verá jamás la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob, porque no me han obedecido de corazón.


El Señor le dijo a Moisés: «Váyanse, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto. Suban a la tierra que juré dar a Abraham, Isaac y Jacob. A ellos les dije: “Daré esta tierra a sus descendientes”.


Entonces el pueblo de Israel quedó convencido de que el Señor había enviado a Moisés y a Aarón. Cuando supieron que el Señor se preocupaba por ellos y que había visto su sufrimiento, se inclinaron y adoraron.


Díganle que mi padre me hizo pronunciar un juramento. Me dijo: “Escucha, yo estoy a punto de morir. Lleva mi cuerpo de regreso a la tierra de Canaán y entiérrame en la tumba que preparé para mí mismo”. Por lo tanto, le ruego que me permita ir a enterrar a mi padre. Y después del entierro, regresaré sin demora».


El Señor cumplió su palabra e hizo con Sara exactamente lo que había prometido.


y les daré a ti y a tus descendientes toda la tierra de Canaán, donde ahora vives como extranjero. Será posesión de ellos para siempre, y yo seré su Dios».


Con el sudor de tu frente obtendrás alimento para comer hasta que vuelvas a la tierra de la que fuiste formado. Pues fuiste hecho del polvo, y al polvo volverás».


Pero Abram respondió: —Oh Señor Soberano, ¿cómo puedo estar seguro de que realmente voy a poseerla?


Por eso he descendido para rescatarlos del poder de los egipcios, sacarlos de Egipto y llevarlos a una tierra fértil y espaciosa. Es una tierra donde fluyen la leche y la miel, la tierra donde actualmente habitan los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos.


Moisés llevó consigo los restos de José, porque José había hecho jurar a los hijos de Israel que así lo harían cuando dijo: «Pueden estar seguros de que Dios vendrá a ayudarlos. Cuando eso suceda, llévense de aquí mis restos con ustedes».


Los huesos de José —los cuales los israelitas llevaron consigo cuando salieron de Egipto— fueron enterrados en Siquem, en la parcela que Jacob le había comprado a los hijos de Hamor por cien piezas de plata. Esa tierra estaba situada en el territorio asignado a los descendientes de José.


Cuando se acercaba el momento de su muerte, Jacob llamó a su hijo José, y le dijo: —Te ruego que me hagas un favor. Pon tu mano debajo de mi muslo y jura que me tratarás con amor inagotable al hacer honor a esta última petición: no me entierres en Egipto;


De hecho, fue precisamente el día en que se cumplían los cuatrocientos treinta años que toda esa gran multitud del Señor salió de Egipto.


Ese mismo día el Señor sacó de Egipto al pueblo de Israel como un ejército.


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