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Génesis 50:18 - Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Entonces sus hermanos llegaron, y se arrojaron al suelo delante de José y dijeron: —Mira, ¡somos tus esclavos!

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Biblia Reina Valera 1960

18 Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Sus hermanos vinieron y se echaron a sus pies, diciendo: 'Aquí nos tienes, somos tus esclavos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Entonces sus hermanos fueron y se postraron ante él,° y dijeron: ¡Henos aquí por esclavos tuyos!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Sus hermanos vinieron a postrarse ante él y le dijeron: 'Aquí nos tienes. Esclavos tuyos somos'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

18 Y vinieron también sus hermanos, y se postraron delante de él, y dijeron: He aquí, somos tus siervos.

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Génesis 50:18
8 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

«¡Soy José! —dijo a sus hermanos—. ¿Vive mi padre todavía?». ¡Pero sus hermanos se quedaron mudos! Estaban atónitos al darse cuenta de que tenían a José frente a ellos.


José todavía estaba en su palacio cuando Judá y sus hermanos llegaron. Entonces se postraron en el suelo delante de él.


Como José era gobernador de Egipto y estaba encargado de vender el grano a todas las personas, sus hermanos tuvieron que acudir a él. Cuando llegaron, se inclinaron delante de él, con el rostro en tierra.


Que muchas naciones sean tus servidoras y se inclinen ante ti. Que seas el amo de tus hermanos, y que los hijos de tu madre se inclinen ante ti. Todos los que te maldigan serán malditos, y todos los que te bendigan serán bendecidos».


Después hizo que José subiera al carro de guerra reservado para su segundo en autoridad, y dondequiera que iba José, se gritaba la orden: «¡Arrodíllense!». Así que el faraón puso a José a cargo de todo Egipto,


te dijéramos: “Por favor, perdona a tus hermanos por el gran mal que te hicieron, por el pecado de haberte tratado con tanta crueldad”. Por eso nosotros, los siervos del Dios de tu padre, te suplicamos que perdones nuestro pecado». Cuando José recibió el mensaje, perdió el control y se echó a llorar.


Pero José les respondió: —No me tengan miedo. ¿Acaso soy Dios para castigarlos?


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