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Génesis 37:24 - Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Después lo agarraron y lo tiraron en la cisterna. Resulta que la cisterna estaba vacía; no tenía nada de agua adentro.

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Biblia Reina Valera 1960

24 y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 lo tomaron y lo arrojaron a una cisterna que estaba seca, sin agua.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 y lo tomaron, y lo arrojaron en la cisterna. Pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 lo agarraron y lo arrojaron a la cisterna. Pero la cisterna estaba vacía. No tenía agua.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

24 y lo tomaron y lo echaron en el pozo; pero el pozo estaba vacío, no había agua en él.

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Génesis 37:24
12 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Así que los funcionarios sacaron a Jeremías de la celda y lo bajaron con sogas a una cisterna vacía en el patio de la cárcel que pertenecía a Malquías, miembro de la familia real. La cisterna no tenía agua pero Jeremías se hundió en una espesa capa de barro que había en el fondo.


Debido al pacto que hice contigo, sellado con sangre, yo liberaré a tus prisioneros de morir en un calabozo sin agua.


Nuestro rey —el ungido del Señor, la vida misma de nuestra nación— quedó atrapado en sus lazos. ¡Pensábamos que su sombra nos protegería contra cualquier nación de la tierra!


Alejaste a mis amigos al hacerme repulsivo para ellos. Estoy atrapado y no hay forma de escapar.


Me arrojaste a la fosa más honda, a las profundidades más oscuras.


Me sacó del foso de desesperación, del lodo y del fango. Puso mis pies sobre suelo firme y a medida que yo caminaba, me estabilizó.


Yo no les hice ningún mal, pero ellos me tendieron una trampa; no les hice ningún mal, pero cavaron una fosa para atraparme.


Entonces, cuando llegó José, sus hermanos le quitaron la hermosa túnica que llevaba puesta.


Luego, justo cuando se sentaron a comer, levantaron la vista y vieron a la distancia una caravana de camellos que venía acercándose. Era un grupo de mercaderes ismaelitas que transportaban goma de resina, bálsamo y resinas aromáticas desde Galaad hasta Egipto.


Y hablando entre ellos, dijeron: «Es obvio que estamos pagando por lo que le hicimos hace tiempo a José. Vimos su angustia cuando rogaba por su vida, pero no quisimos escucharlo. Por eso ahora tenemos este problema».


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