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Génesis 24:32 - Biblia Nueva Traducción Viviente

32 Entonces el hombre fue con Labán a su casa, y Labán descargó los camellos, y para que se tendieran les proveyó paja, los alimentó, y también trajo agua para que el hombre y los camelleros se lavaran los pies.

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Biblia Reina Valera 1960

32 Entonces el hombre vino a casa, y Labán desató los camellos; y les dio paja y forraje, y agua para lavar los pies de él, y los pies de los hombres que con él venían.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

32 Entonces el hombre entró en la casa y desensilló los camellos. Dieron paja y forraje a los camellos, y a él y sus acompañantes les trajeron agua para que se lavaran los pies.

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La Biblia Textual 3a Edicion

32 Entonces el hombre entró en la casa, y él le desató los camellos, y les dio paja y forraje a los camellos. También le dio agua para lavar sus pies, y los pies de los hombres que estaban con él.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

32 Entró el hombre en la casa. Desaparejó Labán los camellos y les dio paja y forraje, y agua al hombre y a los que le acompañaban, para que se lavaran los pies.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

32 Entonces el hombre vino a casa, y Labán desató los camellos; y les dio paja y forraje, y agua para lavar los pies de él, y los pies de los hombres que con él venían.

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Génesis 24:32
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Entonces los llevó a su casa y dio alimento a los burros. Después de lavarse los pies, comieron y bebieron juntos.


Luego el administrador acompañó a los hombres hasta el palacio de José. Les dio agua para que se lavaran los pies y alimento para sus burros.


Descansen bajo la sombra de este árbol mientras les traen agua para lavarse los pies.


Debe ser alguien que se haya ganado el respeto de todos por el bien que haya hecho. ¿Crio bien a sus hijos? ¿Fue amable con los extranjeros y sirvió con humildad a otros creyentes? ¿Ha ayudado a los que están en dificultades? ¿Ha estado siempre dispuesta a hacer el bien?


Luego se volvió a la mujer y le dijo a Simón: —Mira a esta mujer que está arrodillada aquí. Cuando entré en tu casa, no me ofreciste agua para lavarme el polvo de los pies, pero ella los lavó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos.


—Señores míos —dijo él—, vengan a mi casa para lavarse los pies, y sean mis huéspedes esta noche. Entonces mañana podrán levantarse temprano y seguir su camino. —Oh, no —respondieron ellos—. Pasaremos la noche aquí, en la plaza de la ciudad.


Entonces ella se inclinó al suelo y respondió: —Yo, su sierva, estaría encantada de casarme con David. ¡Aun estaría dispuesta a ser una esclava y lavar los pies de sus siervos!


Luego sirvieron la comida, pero el siervo de Abraham dijo: —No quiero comer hasta que les haya dicho la razón por la que vine. —Muy bien —respondió Labán—, dinos.


En cuanto Labán oyó que su sobrino Jacob había llegado, corrió a encontrarse con él. Lo abrazó y lo besó, y lo llevó a su casa. Cuando Jacob le contó su historia,


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