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Filipenses 2:11 - Biblia Nueva Traducción Viviente

11 y toda lengua declare que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios Padre.

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Biblia Reina Valera 1960

11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 y toda lengua confiese° que Jesús el Mesías es el Señor para gloria de Dios Padre.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para la gloria de Dios Padre.

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Filipenses 2:11
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Todos los que declaran que Jesús es el Hijo de Dios, Dios vive en ellos y ellos en Dios.


Pues dicen las Escrituras: «Tan cierto como que yo vivo —dice el Señor—, toda rodilla se doblará ante mí, y toda lengua declarará lealtad a Dios».


Ustedes me llaman “Maestro” y “Señor” y tienen razón, porque es lo que soy.


Esta es la manera en que sabremos si tienen o no el Espíritu de Dios: si una persona que afirma ser profeta reconoce que Jesucristo vino en un cuerpo humano, esa persona tiene el Espíritu de Dios;


Cristo murió y resucitó con este propósito: ser Señor de los vivos y de los muertos.


Por lo tanto, quiero que sepan que nadie que habla por el Espíritu de Dios maldice a Jesús, y nadie puede decir que Jesús es el Señor excepto por el Espíritu Santo.


Pueden pedir cualquier cosa en mi nombre, y yo la haré, para que el Hijo le dé gloria al Padre.


Por medio de Cristo, han llegado a confiar en Dios. Y han puesto su fe y su esperanza en Dios, porque él levantó a Cristo de los muertos y le dio una gloria inmensa.


Pero para nosotros: Hay un Dios, el Padre, por quien todas las cosas fueron creadas y para quien vivimos; y hay un Señor, Jesucristo, por medio de quien todas las cosas fueron creadas y por medio de quien vivimos.


Todos los que salgan vencedores serán vestidos de blanco. Nunca borraré sus nombres del libro de la vida, sino que anunciaré delante de mi Padre y de sus ángeles que ellos me pertenecen.


»Todo aquel que me reconozca en público aquí en la tierra también lo reconoceré delante de mi Padre en el cielo;


Este es el mensaje de la Buena Noticia para el pueblo de Israel: que hay paz con Dios por medio de Jesucristo, quien es Señor de todo.


»Por lo tanto, que todos en Israel sepan sin lugar a dudas, que a este Jesús, a quien ustedes crucificaron, ¡Dios lo ha hecho tanto Señor como Mesías!».


Los padres dijeron eso por miedo a los líderes judíos, quienes habían anunciado que cualquiera que dijera que Jesús era el Mesías sería expulsado de la sinagoga.


a fin de que todos honren al Hijo así como honran al Padre. El que no honra al Hijo ciertamente tampoco honra al Padre que lo envió.


El Señor le dijo a mi Señor: «Siéntate en el lugar de honor a mi derecha, hasta que humille a tus enemigos y los ponga por debajo de tus pies».


Les digo esto, porque muchos engañadores han salido por el mundo. Ellos niegan que Jesucristo vino en un cuerpo humano. Tales personas son engañadores y anticristos.


Adán, el primer hombre, fue formado del polvo de la tierra, mientras que Cristo, el segundo hombre, vino del cielo.


También vino para que los gentiles le dieran la gloria a Dios por la misericordia que él tuvo con ellos. A eso se refería el salmista cuando escribió: «Por eso, te alabaré entre los gentiles, cantaré alabanzas a tu nombre».


—¡Mi Señor y mi Dios! —exclamó Tomás.


Después de decir todas esas cosas, Jesús miró al cielo y dijo: «Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo para que él, a su vez, te dé la gloria a ti.


Sin embargo, hubo muchos que sí creyeron en él —entre ellos algunos líderes judíos—, pero no lo admitían por temor a que los fariseos los expulsaran de la sinagoga,


¡El Salvador —sí, el Mesías, el Señor— ha nacido hoy en Belén, la ciudad de David!


Y su nombre será: “El Señor es nuestra justicia”. En ese día Judá estará a salvo, e Israel vivirá seguro.


Por eso, oh Señor, te alabaré entre las naciones; cantaré alabanzas a tu nombre.


Jesús contestó: —Todos los que me aman harán lo que yo diga. Mi Padre los amará, y vendremos para vivir con cada uno de ellos.


Y, dado que yo, su Señor y Maestro, les he lavado los pies, ustedes deben lavarse los pies unos a otros.


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