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Ezequiel 43:5 - Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Luego el Espíritu me levantó y me llevó al atrio interior, y la gloria del Señor llenó el templo.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Y me alzó el Espíritu y me llevó al atrio interior; y he aquí que la gloria de Jehová llenó la casa.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 El Espíritu me levantó y me hizo entrar en el patio interior, y la Gloria de Yavé llenó la Casa.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y el espíritu me llevó en volandas al atrio interior; y he aquí la gloria de YHVH llenaba la Casa.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 el espíritu me elevó, me llevó al atrio exterior, y he aquí que la gloria de Yahveh llenaba el templo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

5 Y me alzó el Espíritu, y me metió en el atrio de adentro; y he aquí que la gloria de Jehová llenó la casa.

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Ezequiel 43:5
20 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Después el Espíritu de Dios me llevó de regreso a Babilonia, al pueblo desterrado. Así terminó la visión de mi visita a Jerusalén.


Extendió algo que parecía ser una mano y me tomó del cabello. Luego el Espíritu me elevó al cielo y me transportó a Jerusalén en una visión que procedía de Dios. Me llevó a la puerta norte del atrio interior del templo, donde hay un ídolo grande que ha provocado los celos del Señor.


Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco nunca más volvió a verlo, pero siguió su camino con mucha alegría.


Luego el hombre me llevó por la entrada norte hasta el frente del templo. Miré y vi que la gloria del Señor llenaba el templo del Señor, así que caí al suelo rostro en tierra.


El Señor puso su mano sobre mí y fui llevado por el Espíritu del Señor hasta un valle que estaba lleno de huesos.


En una visión que provenía de Dios, él me llevó a la tierra de Israel y me puso sobre una montaña muy alta. Desde allí pude ver hacia el sur lo que parecía ser una ciudad.


Entonces la gloria del Señor se elevó por encima de los querubines y se dirigió hacia la entrada del templo. El templo se llenó con esa nube de gloria y el atrio resplandeció con la gloria del Señor.


Se decían unos a otros: «¡Santo, santo, santo es el Señor de los Ejércitos Celestiales! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!».


¡Llévame contigo, ven, corramos! El rey me ha traído a su alcoba. Cuánto nos alegramos por ti, oh rey; elogiamos tu amor aún más que el vino. Con razón te quieren las jóvenes.


Los sacerdotes no pudieron seguir con la celebración a causa de la nube, porque la gloriosa presencia del Señor llenaba el templo de Dios.


—Señor —le dijeron—, usted tan solo dé la orden y cincuenta de nuestros hombres más fuertes buscarán a su amo por todo el desierto. Tal vez el Espíritu del Señor lo haya dejado en alguna montaña o en algún valle. —No —respondió Eliseo—, no los manden.


Apenas yo te deje, el Espíritu del Señor te llevará a quién sabe dónde y cuando Acab llegue aquí y no te encuentre, me matará. Te recuerdo que toda mi vida he sido un fiel siervo del Señor.


Entonces la nube cubrió el tabernáculo, y la gloria del Señor llenó el tabernáculo.


Lo rodeaba un halo luminoso, como el arco iris que brilla entre las nubes en un día de lluvia. Así se me presentó la gloria del Señor. Cuando la vi, caí con rostro en tierra, y oí la voz de alguien que me hablaba.


Luego el Espíritu me levantó y me llevó a la entrada oriental del templo del Señor, donde vi a veinticinco hombres prominentes de la ciudad. Entre ellos estaban Jaazanías, hijo de Azur, y Pelatías, hijo de Benaía, quienes eran líderes del pueblo.


No te envío a un pueblo de extranjeros que habla un idioma que no comprendes.


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