39 A cada lado de esta antesala había dos mesas, en las cuales se mataban los animales sacrificiales para las ofrendas quemadas, las ofrendas por el pecado y las ofrendas por la culpa.
39 Y en la entrada de la puerta había dos mesas a un lado, y otras dos al otro, para degollar sobre ellas el holocausto y la expiación y el sacrificio por el pecado.
39 En el vestíbulo de la puerta había dos mesas a un lado y dos al otro para degollar las víctimas para el holocausto, las víctimas por el pecado o como reparación.
39 Y en el pórtico de esa puerta había dos mesas de un lado y dos mesas del otro, para degollar sobre ellas el holocausto, la víctima por el pecado y la víctima por la culpa.
39 En el vestíbulo de la puerta había dos mesas a un lado y dos mesas al otro, para inmolar sobre ellas los holocaustos, los sacrificios por el pecado y los sacrificios de expiación.
39 Y en la entrada de la puerta había dos mesas a un lado, y otras dos al otro, para degollar sobre ellas el holocausto y la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la culpa.
El príncipe entrará a la antesala de la entrada desde afuera. Luego se quedará de pie junto al poste de la puerta de entrada mientras el sacerdote presenta su ofrenda quemada y su ofrenda de paz. Se inclinará en adoración dentro del pasillo de la entrada y luego regresará por donde entró. La puerta no se cerrará hasta el anochecer.
Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado, para que nosotros pudiéramos estar en una relación correcta con Dios por medio de Cristo.
»Mostraron su desprecio al ofrecer sacrificios contaminados sobre mi altar. »Entonces preguntan: “¿Cómo hemos contaminado los sacrificios?”. »Los contaminaron al decir que el altar del Señor no merece respeto.
Luego el hombre me dijo: «Estas habitaciones que dan al templo desde el norte y el sur son santas. Aquí es donde los sacerdotes que ofrezcan sacrificios al Señor comerán las ofrendas más santas. Ahora bien, dado que estas habitaciones son santas, se usarán para guardar las ofrendas sagradas: las ofrendas de grano, las ofrendas por el pecado y las ofrendas por la culpa.
Había también un altar de madera, que medía un metro con sesenta centímetros de alto y un metro con diez centímetros de ancho. Las esquinas, la base y los costados del altar estaban hechos de madera. El hombre me dijo: «Esta es la mesa que está delante de la presencia del Señor».
También había cuatro mesas de piedra labrada, que se usaban para preparar las ofrendas quemadas; cada una formaba un cuadrado de ochenta centímetros de lado y cincuenta y tres centímetros de alto. Sobre esas mesas se colocaban los cuchillos y demás utensilios para matar a los animales del sacrificio.
Formaba parte del buen plan del Señor aplastarlo y causarle dolor. Sin embargo, cuando su vida sea entregada en ofrenda por el pecado, tendrá muchos descendientes. Disfrutará de una larga vida, y en sus manos el buen plan del Señor prosperará.
Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones y aplastado por nuestros pecados. Fue golpeado para que nosotros estuviéramos en paz; fue azotado para que pudiéramos ser sanados.
«Si uno de ustedes peca involuntariamente, al contaminar la propiedad sagrada del Señor, debe llevar al Señor una ofrenda por la culpa. La ofrenda puede ser un carnero sin defecto, de su propio rebaño, o puede comprar uno del mismo valor con plata calculada según el peso del siclo del santuario.