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Ezequiel 40:2 - Biblia Nueva Traducción Viviente

2 En una visión que provenía de Dios, él me llevó a la tierra de Israel y me puso sobre una montaña muy alta. Desde allí pude ver hacia el sur lo que parecía ser una ciudad.

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Biblia Reina Valera 1960

2 En visiones de Dios me llevó a la tierra de Israel, y me puso sobre un monte muy alto, sobre el cual había un edificio parecido a una gran ciudad, hacia la parte sur.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Mediante visiones divinas, me condujo al país de Israel y me depositó en una montaña muy alta. En la ladera me pareció ver las construcciones de una ciudad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Él me llevó en visiones divinas a la tierra de Israel, y me puso sobre un monte muy alto, sobre el cual había como el armazón de una ciudad, hacia la parte del sur.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Me llevó en visiones divinas al país de Israel y me situó sobre un monte muy alto, encima del cual había, por la parte del mediodía, una construcción a manera de ciudad.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

2 En visiones de Dios me llevó a la tierra de Israel, y me puso sobre una montaña muy alta, sobre la cual había como la estructura de una ciudad en el sur.

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Ezequiel 40:2
23 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Luego, en mi visión de esa noche, vi a una cuarta bestia, aterradora, espantosa y muy fuerte. Devoraba y aplastaba a sus víctimas con enormes dientes de hierro y pisoteaba los restos bajo sus pies. Era diferente a las demás bestias y tenía diez cuernos.


Anteriormente, durante el primer año del reinado de Belsasar en Babilonia, Daniel tuvo un sueño y vio visiones mientras estaba en su cama. Puso el sueño por escrito y esto es lo que vio:


El 31 de julio de mis treinta años de vida, me encontraba con los judíos en el destierro, junto al río Quebar, en Babilonia, cuando se abrieron los cielos y tuve visiones de Dios.


En los últimos días, el monte de la casa del Señor será el más alto de todos, el lugar más importante de la tierra. Se levantará por encima de las demás colinas y gente del mundo entero acudirá allí para adorar.


Extendió algo que parecía ser una mano y me tomó del cabello. Luego el Espíritu me elevó al cielo y me transportó a Jerusalén en una visión que procedía de Dios. Me llevó a la puerta norte del atrio interior del templo, donde hay un ídolo grande que ha provocado los celos del Señor.


Pues te decías a ti mismo: “Subiré al cielo para poner mi trono por encima de las estrellas de Dios. Voy a presidir en el monte de los dioses, muy lejos en el norte.


«Cada detalle de este plan —le dijo David a Salomón— lo recibí por escrito de la mano del Señor».


David también le dio a Salomón todos los planos de lo que tenía en mente para los atrios del templo del Señor, para las habitaciones exteriores, para los tesoros y para los cuartos de las ofrendas dedicadas al Señor.


pero la otra mujer, Sara, representa la Jerusalén celestial. Ella es la mujer libre y es nuestra madre.


Esa noche Pablo tuvo una visión. Puesto de pie, un hombre de Macedonia —al norte de Grecia— le rogaba: «¡Ven aquí a Macedonia y ayúdanos!».


“En los últimos días —dice Dios—, derramaré mi Espíritu sobre toda la gente. Sus hijos e hijas profetizarán. Sus jóvenes tendrán visiones, y sus ancianos tendrán sueños.


aunque te llamas a ti misma la ciudad santa y dices que confías en el Dios de Israel, cuyo nombre es el Señor de los Ejércitos Celestiales.


Es alto y magnífico; ¡toda la tierra se alegra al verlo! ¡El monte Sion, el monte santo, es la ciudad del gran Rey!


Pues algún día, dice el Señor Soberano, los israelitas me adorarán en mi monte santo, el gran monte de Israel, y yo los aceptaré. Allí les exigiré que me presenten todas sus ofrendas y los mejores regalos y sacrificios.


Los unificaré para que formen una sola nación sobre los montes de Israel. Un rey los gobernará a todos; ya no estarán divididos en dos naciones o en dos reinos.


Después el hombre me llevó al santuario del templo. Midió el espesor de los muros a cada lado del portal y era de tres metros con veinte centímetros.


Esta es la ley fundamental del templo: ¡santidad absoluta! Toda la cumbre del monte donde está el templo es santa. Sí, esta es la ley fundamental del templo.


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