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Ezequiel 37:22 - Biblia Nueva Traducción Viviente

22 Los unificaré para que formen una sola nación sobre los montes de Israel. Un rey los gobernará a todos; ya no estarán divididos en dos naciones o en dos reinos.

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Biblia Reina Valera 1960

22 y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 Haré de ellos una sola nación en mi país en las montañas de Israel; un único rey reinará sobre todos ellos, ya no serán más dos naciones, ni estarán más separados en dos reinos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 Y haré de ellos una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey, y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 Haré con ellos una sola nación en el país, en los montes de Israel, y un solo rey será el rey de todos ellos. Ya no serán dos naciones ni volverán más a dividirse en dos reinos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

22 y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel; y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos.

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Ezequiel 37:22
32 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

»”Mi siervo David será su rey y tendrán un solo pastor. Obedecerán mis ordenanzas y se asegurarán de cumplir mis decretos.


»En los días venideros —dice el Señor—, el pueblo de Israel volverá a su hogar junto con el pueblo de Judá. Llegarán llorando en busca del Señor su Dios.


En aquellos días la gente de Judá y la gente de Israel volverán juntas del destierro del norte. Regresarán a la tierra que les di a los antepasados de ustedes como herencia perpetua.


Entonces los pueblos de Judá e Israel se unirán, elegirán un solo líder y regresarán juntos del destierro. Qué gran día será —el día de Jezreel— cuando Dios plantará de nuevo a su pueblo en su tierra.


Entonces el séptimo ángel tocó su trompeta, y hubo fuertes voces que gritaban en el cielo: «Ahora el mundo ya es el reino de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará por siempre y para siempre».


Además, tengo otras ovejas que no están en este redil, también las debo traer. Ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño con un solo pastor.


Nunca abandonaré a los descendientes de Jacob o de mi siervo David ni cambiaré el plan de que los descendientes de David gobiernen a los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob. En cambio, yo los restauraré a su tierra y tendré misericordia de ellos».


Les daré un solo corazón y un solo propósito: adorarme para siempre para su propio bien y el bien de todos sus descendientes.


Que reine de mar a mar, y desde el río Éufrates hasta los extremos de la tierra.


Oh Dios, concede al rey tu amor por la justicia, y da rectitud al hijo del rey.


Sométanse al hijo de Dios, no sea que se enoje y sean destruidos en plena actividad, porque su ira se enciende en un instante. ¡Pero qué alegría para todos los que se refugian en él!


Pues el Señor declara: «He puesto a mi rey elegido en el trono de Jerusalén, en mi monte santo».


El cetro no se apartará de Judá, ni la vara de mando de sus descendientes, hasta que venga aquel a quien le pertenece, aquel a quien todas las naciones honrarán.


«¿Te has dado cuenta de lo que la gente dice?: “¡El Señor eligió a Judá y a Israel pero luego los abandonó!”. En son de burla dicen que Israel no es digno de ser considerado una nación.


Preguntarán por el camino a Jerusalén y emprenderán el regreso a su hogar. Se aferrarán al Señor con un pacto eterno que nunca se olvidará.


»”Esto dice el Señor Soberano: tomaré una rama de la copa de un cedro alto y la plantaré sobre la cumbre de la montaña más alta de Israel.


Pues algún día, dice el Señor Soberano, los israelitas me adorarán en mi monte santo, el gran monte de Israel, y yo los aceptaré. Allí les exigiré que me presenten todas sus ofrendas y los mejores regalos y sacrificios.


Aumentaré en gran manera la población de Israel y las ciudades en ruinas se reconstruirán y se llenarán de gente.


Ahora toma ambos trozos en tu mano como si fueran una sola pieza de madera.


»Ahora bien, esto dice el Señor Soberano: pondré fin a la cautividad de mi pueblo. ¡Tendré misericordia de todo Israel, pues yo protejo celosamente mi santa reputación!


En una visión que provenía de Dios, él me llevó a la tierra de Israel y me puso sobre una montaña muy alta. Desde allí pude ver hacia el sur lo que parecía ser una ciudad.


Pero tú, oh Belén Efrata, eres solo una pequeña aldea entre todo el pueblo de Judá. No obstante, en mi nombre, saldrá de ti un gobernante para Israel, cuyos orígenes vienen desde la eternidad.


Después tomé mi otra vara, Unión, y la partí en dos para mostrar que el lazo de unidad entre Judá e Israel estaba roto.


Un reino dividido por una guerra civil acabará destruido.


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