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Ezequiel 35:10 - Biblia Nueva Traducción Viviente

10 »”Pues dijiste: ‘Los territorios de Israel y Judá serán míos; me apoderaré de ellos. ¡Qué me importa que el Señor esté allí!’.

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Biblia Reina Valera 1960

10 Por cuanto dijiste: Las dos naciones y las dos tierras serán mías, y tomaré posesión de ellas; estando allí Jehová;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 ¿Cómo pudiste decir: 'Las dos naciones son mías, su tierra ahora me pertenece'? ¡Siendo que allí está Yavé!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Por cuanto dijiste: Esas dos naciones y estas dos tierras serán mías, y las poseeremos, aunque YHVH haya estado allí.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 'Por haber dicho: 'Las dos naciones y los dos países serán míos, pues los ocuparemos' -a pesar de que Yahveh estaba allí-,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

10 Por cuanto dijiste: Estas dos naciones y estas dos tierras serán mías, y las poseeremos, aunque Jehová esté allí.

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Ezequiel 35:10
19 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Esto dice el Señor Soberano: el enojo de mis celos arde contra esas naciones, especialmente contra Edom, porque me trataron con total desprecio cuando, con aires de triunfo, se apoderaron de mi tierra y la tomaron como botín”.


»El perímetro total de la ciudad tendrá una extensión de nueve kilómetros con seiscientos metros y desde ese día, el nombre de la ciudad será: “El Señor está allí”».


Esto dice el Señor Soberano: sus enemigos se mofaron de ustedes diciendo: ‘¡Ajá, ahora las alturas antiguas nos pertenecen!’”.


Entonces yo mismo seré un muro de fuego protector alrededor de Jerusalén, dice el Señor. ¡Y seré la gloria dentro de la ciudad!”.


Pues el Señor quitará su mano de juicio y dispersará a los ejércitos de tus enemigos. ¡El Señor mismo, el Rey de Israel, vivirá en medio de ti! Por fin, se habrán terminado tus aflicciones y nunca jamás temerás el desastre.


No debiste saquear la tierra de Israel mientras ellos sufrían semejante calamidad. No debiste regodearte de su destrucción mientras sufrían semejante calamidad. No debiste robar sus riquezas mientras sufrían semejante calamidad.


¡Que todos los habitantes de Jerusalén griten sus alabanzas con alegría! Pues grande es el Santo de Israel, que vive en medio de ustedes».


Hasta los más fuertes temblarán de terror, y los príncipes huirán al ver sus banderas de guerra», dice el Señor, cuyo fuego está en Sion y sus llamas arden desde Jerusalén.


Este es el mensaje que se dio sobre los amonitas. Esto dice el Señor: «¿No hay descendientes de Israel para que hereden la tierra de Gad? ¿Por qué ustedes, adoradores de Moloc, habitan en sus ciudades?


Dios recibe honra en Judá; su nombre es grande en Israel.


«Hijo de hombre, Tiro se alegró por la caída de Jerusalén diciendo: “¡Ajá! La que era la puerta de entrada a las prósperas rutas comerciales del oriente ha sido destruida y ¡ahora es mi turno! ¡Dado que ella quedó desolada, yo me enriqueceré!”.


reuniré a los ejércitos del mundo en el valle de Josafat. Allí los juzgaré por hacerle daño a mi pueblo, mi posesión más preciada, por dispersar a mi pueblo entre las naciones y por dividir mi tierra.


Esto es lo que dice el Señor: «¡Los habitantes de Amón han pecado una y otra vez y no permitiré que queden sin castigo! Cuando atacaron a Galaad para extender sus fronteras, con sus espadas abrieron a las mujeres embarazadas.


Cuando tus parientes fueron invadidos, te mantuviste al margen y te negaste a ayudarlos. Los invasores se llevaron su riqueza y echaron suertes para repartirse Jerusalén, pero tú actuaste como un enemigo de Israel.


No deben manchar la tierra donde viven, porque yo mismo habito allí. Yo soy el Señor que habito entre el pueblo de Israel».


¡Oh mi Dios, espárcelos como a arbustos que ruedan, como a paja que se lleva el viento!


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