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Ezequiel 33:28 - Biblia Nueva Traducción Viviente

28 Destruiré la tierra por completo y destrozaré su orgullo. Se acabará su poder arrogante. Las montañas de Israel quedarán tan desiertas que nadie siquiera pasará por ellas.

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Biblia Reina Valera 1960

28 Y convertiré la tierra en desierto y en soledad, y cesará la soberbia de su poderío; y los montes de Israel serán asolados hasta que no haya quien pase.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 Convertiré a ese país en una ruina, echaré por tierra su fuerza y su orgullo, y las montañas quedarán abandonadas, sin habitantes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 Convertiré la tierra en desierto y en desolación, y cesará la soberbia de su poderío, y los montes de Israel serán asolados hasta que no haya quien pueda pasar.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 Haré del país una desolación y un desierto; acabará su orgullosa potencia, y las montañas de Israel quedarán desoladas, sin uno que pase.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

28 Y pondré la tierra en desierto y en soledad, y cesará la soberbia de su fortaleza; y los montes de Israel serán asolados, que no habrá quien pase.

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Ezequiel 33:28
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Traeré a las naciones más despiadadas para que se apoderen de sus casas. Derrumbaré sus orgullosas fortalezas y haré que se profanen sus santuarios.


Sin embargo, la tierra se volverá vacía y desolada a causa de la perversidad de los que la habitan.


quien me dijo que se lo transmitiera a los israelitas. Esto dice el Señor Soberano: “Contaminaré mi templo, que es fuente de seguridad y orgullo para ustedes, el lugar en el que se deleita su corazón. Los hijos y las hijas que dejaron en Judá serán masacrados a espada.


Los aplastaré y dejaré desoladas sus ciudades, desde el desierto del sur hasta Ribla, en el norte. Entonces sabrán que yo soy el Señor”».


El Señor no podía soportar más todas las cosas repugnantes que hacían; por eso convirtió la tierra de ustedes en objeto de maldición —una ruina desolada sin habitantes—, como sucede hasta hoy.


Por eso mi furia se desbordó y cayó como fuego sobre las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que hasta hoy son unas ruinas desoladas.


«Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ustedes vieron las calamidades que traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá. Ahora están abandonadas y en ruinas.


Por lo tanto, montes de Israel, oigan la palabra del Señor Soberano. Él habla a las colinas y a los montes; a los barrancos y a los valles; a las asoladas tierras baldías y a las ciudades abandonadas de hace tiempo, que fueron destruidas y burladas por naciones vecinas.


Haré que el país quede desolado porque mi pueblo me ha sido infiel. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!».


Las ciudades serán destruidas y los campos quedarán hechos desiertos. Entonces ustedes sabrán que yo soy el Señor’”».


Toda la tierra se convertirá en una desolada tierra baldía. Israel y las naciones vecinas servirán al rey de Babilonia por setenta años.


»Ahora mandaré llamar a muchos pescadores para que los capturen —dice el Señor—. Mandaré llamar a cazadores para que los cacen en los montes, en las colinas y en las cuevas.


«Haré de Jerusalén un montón de ruinas —dice el Señor—, y será un lugar frecuentado por chacales. Las ciudades de Judá serán abandonadas, y nadie vivirá en ellas».


Entonces yo dije: —Señor, ¿cuánto tiempo durará esto? Y él contestó: —Hasta que sus ciudades queden vacías, sus casas queden desiertas y la tierra entera quede seca y baldía;


Así se cumplió el mensaje del Señor anunciado por medio de Jeremías. La tierra finalmente disfrutó de su tiempo de descanso, y quedó desolada hasta que se cumplieron los setenta años, tal como el profeta había dicho.


Serás un nuevo instrumento para trillar, con muchos dientes afilados. Despedazarás a tus enemigos, convirtiendo a los montes en paja.


Lloraré por las montañas y gemiré por los pastos del desierto; pues están desolados y no tienen vida. Ya no se escucha el mugido del ganado; todas las aves y los animales salvajes han huido.


Por lo tanto, su tierra quedará desolada; será un monumento a su necedad. Todos los que pasen por allí quedarán pasmados y menearán la cabeza con asombro.


Allí, en Ribla, en la tierra de Hamat, el rey de Babilonia mandó que los ejecutara a todos. Así que el pueblo de Judá fue expulsado de su tierra y llevado al destierro.


»Así que te convertiré en ruinas, en una burla ante los ojos de las naciones vecinas y de todos los que pasen por allí.


Cuando yo haya destruido la tierra por completo a causa de los pecados detestables que cometieron, entonces sabrán que yo soy el Señor’”.


«Arrasaré con todo lo que hay sobre la faz de la tierra —dice el Señor—.


Quebrantaré su espíritu orgulloso al hacer que el cielo sea tan rígido como el hierro y la tierra tan dura como el bronce.


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