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Ezequiel 33:22 - Biblia Nueva Traducción Viviente

22 La noche anterior, el Señor había puesto su mano sobre mí y me había devuelto la voz. De modo que pude hablar cuando llegó ese hombre a la mañana siguiente.

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Biblia Reina Valera 1960

22 Y la mano de Jehová había sido sobre mí la tarde antes de llegar el fugitivo, y había abierto mi boca, hasta que vino a mí por la mañana; y abrió mi boca, y ya no más estuve callado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 Ahora bien, la mano de Yavé había estado sobre mí desde la tarde antes que llegara el fugitivo, y a la mañana siguiente, cuando llegó a mi casa el hombre, Yavé me abrió la boca: ¡ya no estaba mudo!

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 Esa tarde, antes de llegar el fugitivo, la mano de YHVH había estado sobre mí y había abierto mi boca antes que él llegara a la mañana siguiente, y, abierta mi boca, ya no estuve más callado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 Ahora bien, la mano de Yahveh había venido sobre mí por la tarde, antes de que llegara el fugitivo, y abrió mi boca por la mañana, antes de que se presentara el fugitivo. Se me abrió la boca y ya no volví a estar mudo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

22 Y la mano de Jehová había sido sobre mí la tarde antes que viniese el que había escapado, y había abierto mi boca, hasta que vino a mí por la mañana; y abrió mi boca, y ya no más estuve callado.

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Ezequiel 33:22
12 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

(El Señor le dio este mensaje al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, junto al río Quebar, en la tierra de los babilonios; y él sintió que la mano del Señor se apoderó de él).


El Señor puso su mano sobre mí y fui llevado por el Espíritu del Señor hasta un valle que estaba lleno de huesos.


Al instante Zacarías pudo hablar de nuevo y comenzó a alabar a Dios.


El 28 de abril, durante el año veinticinco de nuestra cautividad —catorce años después de la caída de Jerusalén—, el Señor puso su mano sobre mí.


Luego el Señor puso su mano sobre mí y me dijo: «Levántate y sal al valle, y allí te hablaré».


¡Oh, queridos amigos corintios!, les hemos hablado con toda sinceridad y nuestro corazón está abierto a ustedes.


Después, el 17 de septiembre, durante el sexto año de cautividad del rey Joaquín, mientras los líderes de Judá estaban en mi casa, el Señor Soberano puso su mano sobre mí.


»Llegará el día cuando haré revivir la antigua gloria de Israel, y por fin, Ezequiel, respetarán tus palabras. Entonces sabrán que yo soy el Señor».


Luego recibí el siguiente mensaje del Señor:


Luego el Señor me dijo: «Hijo de hombre, el día que les quite su fortaleza —su alegría y su gloria, el deseo de su corazón, su tesoro más querido— también les quitaré a sus hijos e hijas.


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