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Ezequiel 20:3 - Biblia Nueva Traducción Viviente

3 «Hijo de hombre, diles a los líderes de Israel: “Esto dice el Señor Soberano: ‘¿Cómo se atreven a venir a pedirme un mensaje? ¡Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, que no les diré nada!’”.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Hijo de hombre, habla a los ancianos de Israel, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: ¿A consultarme venís vosotros? Vivo yo, que no os responderé, dice Jehová el Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Hijo de hombre, les dirás a los ancianos de Israel esta palabra de Yavé: ¿Así que ustedes vinieron a consultarme? Pues bien, tan cierto como que yo estoy vivo que no dejaré que me consulten, palabra de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Hijo de hombre, habla a los ancianos de Israel, y diles: Así dice Adonay YHVH: ¿Conque venís a consultarme? ¡Vivo Yo, que no me dejaré consultar por vosotros! dice Adonay YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 'Hijo de hombre, habla a los ancianos de Israel y diles: 'Así dice el Señor Yahveh: ¿venís a consultarme? Por mi vida, que no me dejaré consultar por vosotros' -oráculo del Señor Yahveh.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

3 Hijo de hombre, habla a los ancianos de Israel, y diles: Así dice el Señor Jehová: ¿A consultarme venís vosotros? Vivo yo, que yo no os responderé, dice el Señor Jehová.

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Ezequiel 20:3
20 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Entonces ustedes, videntes, serán avergonzados y ustedes, adivinadores, serán deshonrados. Cubrirán sus rostros, porque no hay respuesta de Dios».


Dios detesta la oración del que no hace caso de la ley.


Pues Dios es Espíritu, por eso todos los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.


Cuando las multitudes acudieron a Juan para que los bautizara, les dijo: —¡Camada de víboras! ¿Quién les advirtió que huyeran de la ira que se acerca?


Cuando Juan vio que muchos fariseos y saduceos venían a mirarlo bautizar, los enfrentó. «¡Camada de víboras! —exclamó—. ¿Quién les advirtió que huyeran de la ira que se acerca?


Pues, cuando les presentas ofrendas y les sacrificas a tus niños en el fuego, te contaminas con ídolos hasta el día de hoy. ¿Y yo debería permitirte, pueblo de Israel, que me pidas un mensaje? Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, que no te diré nada.


Cuando levanten las manos para orar, no miraré; aunque hagan muchas oraciones, no escucharé, porque tienen las manos cubiertas con la sangre de víctimas inocentes.


Cuando vienen a adorarme, ¿quién les pidió que desfilaran por mis atrios con toda esa ceremonia?


El sacrificio del malvado es detestable, sobre todo cuando lo ofrece con malas intenciones.


El Señor detesta el sacrificio de los perversos, pero se deleita con las oraciones de los íntegros.


Entonces le preguntó al Señor qué debía hacer, pero el Señor rehusó contestarle ya fuera por sueños o por sorteo sagrado o por medio de los profetas.


Entonces recibí el siguiente mensaje del Señor:


»Hijo de hombre, los de tu pueblo hablan de ti en sus casas y murmuran acerca de ti junto a las puertas. Se dicen unos a otros: “¡Vayamos a oír lo que el profeta tiene para contarnos de parte del Señor!”.


La gente deambulará de mar a mar y vagará de frontera a frontera en busca de la palabra del Señor, pero no la encontrarán.


Sin embargo, ¡se hacen los piadosos! Vienen al templo todos los días y parecen estar encantados de aprender todo sobre mí. Actúan como una nación justa que nunca abandonaría las leyes de su Dios. Me piden que actúe a su favor, fingiendo que quieren estar cerca de mí.


Después me visitaron algunos de los líderes de Israel y, mientras estaban sentados conmigo,


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