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Ezequiel 19:14 - Biblia Nueva Traducción Viviente

14 De sus ramas surgió fuego que devoró sus frutos. Las ramas que le quedan no son tan fuertes para ser el cetro de un rey”. »Este es un canto fúnebre y se entonará en un funeral».

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Biblia Reina Valera 1960

14 Y ha salido fuego de la vara de sus ramas, que ha consumido su fruto, y no ha quedado en ella vara fuerte para cetro de rey. Endecha es esta, y de endecha servirá.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 (Un fuego que salió de su tronco devoró sus sarmientos y sus racimos.) ¿Qué le pasó? No más rama vigorosa, no más cetro real. Es una lamentación, y ¡cuánto no se lamentarán!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 Un vástago de sus mismas ramas produjo el fuego que consumió su fruto, Y no queda en ella vara fuerte para cetros de soberanos. Es una endecha, y de endecha servirá.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 Salió fuego de uno de sus vástagos que devoró sarmientos y frutos. No queda en ella vástago robusto, cetro que pueda reinar'.' Es una elegía y se canta como elegía.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

14 Y ha salido fuego de la vara de sus ramas, ha consumido su fruto, y no ha quedado en ella vara fuerte, cetro para señorear. Endecha es esta, y de endecha servirá.

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Ezequiel 19:14
27 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Sus ramas se fortalecieron lo suficiente para ser el cetro de un rey. Llegó a crecer muy alta, muy por encima de las demás vides. Se destacó por su altura y sus abundantes ramas frondosas.


»Entona este canto fúnebre para los príncipes de Israel:


Estas cosas sucedieron debido al enojo que el Señor tenía contra la gente de Jerusalén y de Judá, hasta que finalmente los expulsó de su presencia y los envió al destierro. Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia.


«¡Llévatelo! ¡Llévatelo! —gritaban—. ¡Crucifícalo!». —¿Cómo dicen? ¿Que yo crucifique a su rey? —preguntó Pilato. —No tenemos otro rey más que el César —le contestaron a gritos los principales sacerdotes.


Al acercarse a Jerusalén, Jesús vio la ciudad delante de él y comenzó a llorar, diciendo:


»En aquel día restauraré la casa caída de David. Repararé sus muros dañados. De las ruinas, la reedificaré y restauraré su gloria anterior.


Entonces dirán: «No tenemos rey porque no temimos al Señor. Pero aun si tuviéramos un rey, ¿qué podría hacer por nosotros?».


Esto muestra que Israel estará por mucho tiempo sin rey ni príncipe, sin sacrificios ni columnas sagradas ni sacerdotes, ¡ni siquiera ídolos!


Dile al desierto del sur: “Esto dice el Señor Soberano: ‘¡Oye la palabra del Señor! Te prenderé fuego y se quemará todo árbol, esté verde o seco. Las horrendas llamas no se extinguirán y arrasarán con todo, desde el sur hasta el norte.


No, solo sirve para leña y aun como leña se consume demasiado rápido.


Nuestro rey —el ungido del Señor, la vida misma de nuestra nación— quedó atrapado en sus lazos. ¡Pensábamos que su sombra nos protegería contra cualquier nación de la tierra!


Estas cosas sucedieron debido al enojo que el Señor tenía contra la gente de Jerusalén y de Judá, hasta que finalmente los expulsó de su presencia y los envió al destierro. Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia.


Todas tus esposas e hijos serán entregados a los babilonios y tú no escaparás. El rey de Babilonia te apresará, y esta ciudad será incendiada.


Pues devoraron a tu pueblo, Israel, y convirtieron la tierra en un desierto desolado.


Los abundantes productos agrícolas de esta tierra se amontonan en las manos de los reyes que has puesto sobre nosotros por causa de nuestros pecados. Ellos ejercen su poder sobre nosotros y nuestros animales. Les servimos según su antojo, y pasamos por mucho sufrimiento».


También se rebeló contra el rey Nabucodonosor, a pesar de que había hecho un juramento de lealtad en nombre de Dios. Sedequías era un hombre duro y terco, y rehusó volverse al Señor, Dios de Israel.


Y el espino les respondió a los árboles: “Si realmente quieren que yo sea su rey, vengan a refugiarse bajo mi sombra. Si no, que salga fuego de mí y consuma los cedros del Líbano”».


El cetro no se apartará de Judá, ni la vara de mando de sus descendientes, hasta que venga aquel a quien le pertenece, aquel a quien todas las naciones honrarán.


El Señor extenderá tu poderoso reino desde Jerusalén, y gobernarás a tus enemigos.


Pero cuando la vid sea trasplantada, ¿volverá a florecer? No, se secará cuando el viento del oriente sople contra ella. Morirá en la misma tierra fértil donde había crecido tan bien”».


Entonces el mundo entero verá que yo, el Señor, prendí este fuego, que no se apagará’”».


Después se lamentarán por ti entonando este canto fúnebre: »¡Oh famosa ciudad isleña, que antes gobernaba el mar, cómo has sido destruida! Tu gente, con su poderío naval, antes sembraba terror por todo el mundo.


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