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Ezequiel 19:1 - Biblia Nueva Traducción Viviente

1 »Entona este canto fúnebre para los príncipes de Israel:

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Biblia Reina Valera 1960

1 Y tú, levanta endecha sobre los príncipes de Israel.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Vas a pronunciar una lamentación respecto a los príncipes de Israel.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Y tú, entona un canto fúnebre por los príncipes de Israel. Diles:

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 'Y tú, entona una lamentación por los príncipes de Israel.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

1 Y tú levanta endecha sobre los príncipes de Israel.

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Ezequiel 19:1
34 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

«Hijo de hombre, entona un canto fúnebre por Tiro,


Después se lamentarán por ti entonando este canto fúnebre: »¡Oh famosa ciudad isleña, que antes gobernaba el mar, cómo has sido destruida! Tu gente, con su poderío naval, antes sembraba terror por todo el mundo.


Cuando Joacim murió, su hijo Joaquín lo sucedió en el trono.


De sus ramas surgió fuego que devoró sus frutos. Las ramas que le quedan no son tan fuertes para ser el cetro de un rey”. »Este es un canto fúnebre y se entonará en un funeral».


el cual él abrió. Entonces vi que estaba escrito en ambos lados con cantos fúnebres, lamentos y declaraciones de condena.


Entonces el rey Joaquín, junto con la reina madre, sus consejeros, sus comandantes y sus oficiales, se rindieron ante los babilonios. Durante el octavo año de su reinado, Nabucodonosor tomó a Joaquín prisionero.


Luego el faraón Necao puso en el trono a Eliaquim, otro de los hijos de Josías, para que reinara en lugar de su padre y le cambió el nombre a Joacim. Joacaz fue llevado a Egipto como prisionero, y allí murió.


«Hijo de hombre, laméntate por las multitudes de Egipto y por las demás naciones poderosas. Pues los enviaré al mundo de abajo, junto con los que descienden a la fosa.


Sí, este es el canto fúnebre que entonarán para Egipto. Que todas las naciones hagan luto. Que se lamenten por Egipto y sus multitudes. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!”».


Mientras se lamentan y gimen por ti, entonan este triste canto fúnebre: ‘¿Hubo alguna vez una ciudad como Tiro, que ahora está en silencio, en el fondo del mar?


Cuelgan a nuestros príncipes de las manos, y tratan a nuestros ancianos con desprecio.


Nuestro rey —el ungido del Señor, la vida misma de nuestra nación— quedó atrapado en sus lazos. ¡Pensábamos que su sombra nos protegería contra cualquier nación de la tierra!


»Sin embargo, los higos malos —dijo el Señor— representan al rey Sedequías de Judá, a sus funcionarios, a todo el pueblo que quedó en Jerusalén y a los que viven en Egipto. Los trataré como a higos malos, tan podridos que no pueden comerse.


Después de que Nabucodonosor, rey de Babilonia, desterró a Joaquín, hijo de Joacim, rey de Judá, a Babilonia, junto con las autoridades de Judá y todos los artífices y los artesanos, el Señor me dio la siguiente visión. Vi dos canastas de higos colocadas frente al templo del Señor en Jerusalén.


Esto dice el Señor: “Que conste en acta que este hombre, Joaquín, no tuvo hijos. Él es un fracasado, porque no tendrá hijos que le sucedan en el trono de David para gobernar a Judá”.


»¿Por qué es este hombre, Joaquín, como una vasija desechada y rota? ¿Por qué serán él y sus hijos exiliados al extranjero?


Lloraré por las montañas y gemiré por los pastos del desierto; pues están desolados y no tienen vida. Ya no se escucha el mugido del ganado; todas las aves y los animales salvajes han huido.


¡Si tan solo mi cabeza fuera una laguna y mis ojos una fuente de lágrimas, lloraría día y noche por mi pueblo que ha sido masacrado!


En la primavera de ese año, el rey Nabucodonosor llevó a Joaquín a Babilonia. En esa ocasión, también se llevaron muchos tesoros del templo del Señor. Nabucodonosor puso en el trono a Sedequías, tío de Joaquín, para que fuera el siguiente rey de Judá y de Jerusalén.


Luego el rey Nabucodonosor de Babilonia fue a Jerusalén y la conquistó, sujetó a Joacim con cadenas de bronce y lo llevó a Babilonia.


Luego fue quitado por el rey de Egipto, quien exigió que Judá pagara un tributo de tres mil cuatrocientos kilos de plata, y treinta y cuatro kilos de oro.


El profeta Jeremías compuso cantos fúnebres en honor de Josías, y hasta el día de hoy los coros siguen entonando estos tristes cantos acerca de su muerte. Estos cantos de duelo se han convertido en una tradición y están registrados en El libro de los lamentos.


»“¿Qué es tu madre? ¡Una leona entre leones! Se recostó entre los leones jóvenes y crio a sus cachorros.


«Hijo de hombre, entona este canto fúnebre para el rey de Tiro. Dale este mensaje de parte del Señor Soberano: »“Tú eras el modelo de la perfección, lleno de sabiduría y de exquisita belleza.


«Hijo de hombre, laméntate por el faraón, rey de Egipto, y dale este mensaje: »“Te crees un león joven y fuerte entre las naciones, pero en realidad solo eres un monstruo marino que se retuerce en sus propios ríos y revuelve el lodo con las patas.


¡Escucha, pueblo de Israel! Oye este canto fúnebre que entono:


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