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Ezequiel 16:63 - Biblia Nueva Traducción Viviente

63 Recordarás tus pecados y te cubrirás la boca enmudecida de vergüenza, cuando te perdone por todo lo que hiciste. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!”».

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Biblia Reina Valera 1960

63 para que te acuerdes y te avergüences, y nunca más abras la boca, a causa de tu vergüenza, cuando yo perdone todo lo que hiciste, dice Jehová el Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

63 Entonces te acordarás, te sentirás llena de vergüenza y no te atreverás a abrir la boca cuando te perdone todo lo que has hecho, palabra de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

63 para que te acuerdes y te sonrojes, y no vuelvas más a abrir tu boca de vergüenza, cuando Yo te haya perdonado todo lo que hiciste, dice Adonay YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

63 para que te acuerdes y te avergüences y ni siquiera te atrevas a hablar a causa de tu confusión, cuando yo te perdone todo lo que has hecho' -oráculo del Señor Yahveh.'

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

63 Para que te acuerdes, y te avergüences, y nunca más abras la boca a causa de tu vergüenza, cuando yo hiciere expiación por todo lo que has hecho, dice el Señor Jehová.

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Ezequiel 16:63
28 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Obviamente, la ley se aplica a quienes fue entregada, porque su propósito es evitar que la gente tenga excusas y demostrar que todo el mundo es culpable delante de Dios.


En silencio estoy delante de ti; no diré ni una palabra, porque mi castigo proviene de ti.


¿Podemos, entonces, jactarnos de haber hecho algo para que Dios nos acepte? No, porque nuestra libertad de culpa y cargo no se basa en la obediencia a la ley. Está basada en la fe.


Tal vez crees que puedes condenar a tales individuos, pero tu maldad es igual que la de ellos, ¡y no tienes ninguna excusa! Cuando dices que son perversos y merecen ser castigados, te condenas a ti mismo porque tú, que juzgas a otros, también practicas las mismas cosas.


Entonces recordarás con vergüenza todo el mal que hiciste. Haré que tus hermanas, Samaria y Sodoma, sean hijas tuyas, aunque no formen parte de nuestro pacto.


Hice la siguiente oración: «Oh Dios mío, estoy totalmente avergonzado; me da vergüenza elevar mi rostro a ti. Pues nuestros pecados se han amontonado tanto que son más altos que nosotros, y nuestra culpa llega a los cielos.


Pues, ¿qué derecho tienen a juzgar así? ¿Qué tienen que Dios no les haya dado? Y si todo lo que tienen proviene de Dios, ¿por qué se jactan como si no fuera un regalo?


Entonces, ¿por qué nosotros, simples humanos, habríamos de quejarnos cuando somos castigados por nuestros pecados?


¡Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación! Ayúdanos por la gloria de tu nombre; sálvanos y perdona nuestros pecados por la honra de tu nombre.


Aunque nuestros pecados nos abruman, tú los perdonas todos.


¿Y cuál fue la consecuencia? Que ahora están avergonzados de las cosas que solían hacer, cosas que terminan en la condenación eterna;


Sin embargo, él tuvo misericordia y perdonó sus pecados, y no los destruyó a todos. Muchas veces contuvo su enojo y no desató su furia.


Luego recibí el siguiente mensaje del Señor:


Recordarán todas las formas en que se contaminaron y se odiarán a sí mismos por el mal que hicieron.


Una vez que regresen a su propia tierra para vivir en paz, donde nadie los molestará, asumirán la responsabilidad de la deshonra e infidelidad que cometieron.


»Hijo de hombre, describe al pueblo de Israel el templo que te he mostrado, para que ellos se avergüencen de todos sus pecados. Deja que estudien el plano del templo


No se les permite acercarse a mí para ministrar como sacerdotes. Tampoco se les permite tocar ninguno de mis objetos santos ni las ofrendas santas, pues deberán cargar con la vergüenza de todos los pecados detestables que cometieron.


»Alégrense con él, oh cielos, y que lo adoren todos los ángeles de Dios. Alégrense con su pueblo, oh gentiles, y que todos los ángeles se fortalezcan en él. Pues él vengará la sangre de sus hijos; cobrará venganza de sus enemigos. Dará su merecido a los que lo odian y limpiará la tierra de su pueblo».


Contuviste tu furia y refrenaste tu enojo encendido.


El pueblo de Israel ya no dirá: «Estamos enfermos e indefensos», porque el Señor perdonará sus pecados.


He disipado tus pecados como una nube y tus ofensas como la niebla de la mañana. Vuelve a mí, porque yo pagué el precio para ponerte en libertad».


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