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Éxodo 9:4 - Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Sin embargo, el Señor nuevamente hará una distinción entre los animales de los israelitas y los de los egipcios. ¡No morirá ni un solo animal de Israel!

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Biblia Reina Valera 1960

4 Y Jehová hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 También haré distinción entre el ganado de los egipcios y el de mi pueblo, de manera que no se perderá nada de lo que pertenece a los hijos de Israel.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Pero YHVH hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, y no morirá nada de todo lo de los hijos de Israel.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

4 Y Jehová hará separación entre el ganado de Israel y el ganado de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel.

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Éxodo 9:4
10 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Pero esta vez haré una excepción con la región de Gosén, donde vive mi pueblo. Allí no habrá moscas. Entonces sabrás que yo soy el Señor, y que estoy presente incluso en el corazón de tu tierra.


Entonces de nuevo podrán ver la diferencia entre los justos y los perversos, entre los que sirven a Dios y los que no lo hacen».


Pero la sangre sobre los marcos de las puertas servirá de señal para indicar las casas donde ustedes estén. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo. Esa plaga de muerte no los tocará a ustedes cuando yo hiera la tierra de Egipto.


Durante todo ese tiempo las personas no pudieron verse unas a otras ni se movieron. Sin embargo, la luz no faltó en ningún momento donde vivían los israelitas.


El Señor ya determinó cuándo comenzará la plaga; ha declarado que mañana mismo herirá la tierra”».


Así que el Señor hizo tal como había dicho. A la mañana siguiente, todos los animales de los egipcios murieron, pero los israelitas no perdieron ni un solo animal.


El único lugar donde no cayó granizo fue en la región de Gosén, donde vivía el pueblo de Israel.


«Yo detuve la lluvia cuando sus cosechas más la necesitaban. Envié la lluvia sobre una ciudad, pero la retuve en otra. Llovió en un campo, mientras otro se marchitaba.


«¡Es el dedo de Dios!», exclamaron los magos ante el faraón. Pero el corazón del faraón siguió endurecido y no quiso escucharlos, tal como el Señor había dicho.


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