17 Incrusta sobre el pectoral cuatro hileras de piedras preciosas. La primera hilera tendrá una cornalina roja, un peridoto de color verde pálido y una esmeralda.
17 y lo llenarás de pedrería con cuatro hileras de piedras. La primera hilera de una piedra sárdica, un topacio y un carbunclo; esta será la primera hilera.
Estabas en el Edén, el jardín de Dios. Tenías la ropa adornada con toda clase de piedras preciosas —cornalina rojiza, peridoto verde pálido, adularia blanca, berilo azul y verde, ónice, jaspe verde, lapislázuli, turquesa y esmeralda—, todas talladas especialmente para ti e incrustadas en el oro más puro. Te las dieron el día en que fuiste creado.
«Ellos serán mi pueblo —dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—. El día en que yo venga para juzgar, serán mi tesoro especial. Les tendré compasión así como un padre le muestra compasión a un hijo obediente.
Nuestros príncipes antes rebosaban de salud, más brillantes que la nieve, más blancos que la leche. Sus rostros eran tan rosados como rubíes, su aspecto como joyas preciosas.
Graba estos nombres en las dos piedras con la misma técnica que emplea un joyero para grabar un sello. Luego incrusta las piedras en monturas de filigrana de oro.