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Daniel 3:23 - Biblia Nueva Traducción Viviente

23 De esa forma Sadrac, Mesac y Abed-nego, firmemente atados, cayeron a las rugientes llamas.

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Biblia Reina Valera 1960

23 Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Esos tres hombres, Sidrac, Misac y Abdénago cayeron en el horno ardiente amarrados.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 mientras los tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, caían atados dentro del horno de fuego en llamas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 mientras estos tres hombres, Sidrac, Misac y Abdénago, cayeron atados en medio del horno de fuego ardiente.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

23 Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.

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Daniel 3:23
13 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Así que los funcionarios sacaron a Jeremías de la celda y lo bajaron con sogas a una cisterna vacía en el patio de la cárcel que pertenecía a Malquías, miembro de la familia real. La cisterna no tenía agua pero Jeremías se hundió en una espesa capa de barro que había en el fondo.


La persona íntegra enfrenta muchas dificultades, pero el Señor llega al rescate en cada ocasión.


Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades!


apagaron llamas de fuego y escaparon de morir a filo de espada. Su debilidad se convirtió en fortaleza. Llegaron a ser poderosos en batalla e hicieron huir a ejércitos enteros.


Cuando pases por aguas profundas, yo estaré contigo. Cuando pases por ríos de dificultad, no te ahogarás. Cuando pases por el fuego de la opresión, no te quemarás; las llamas no te consumirán.


El jefe del Estado Mayor les dio nuevos nombres babilónicos: A Daniel lo llamó Beltsasar. A Ananías lo llamó Sadrac. A Misael lo llamó Mesac. A Azarías lo llamó Abed-nego.


De pronto, Nabucodonosor, lleno de asombro, se puso de pie de un salto y exclamó a sus asesores: —¿No eran tres los hombres que atamos y arrojamos dentro del horno? —Sí, su majestad, así es —le contestaron.


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