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Cantares 4:7 - Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Toda tú eres hermosa, amada mía, bella en todo sentido.

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កំណែច្រើនទៀត

Biblia Reina Valera 1960

7 Toda tú eres hermosa, amiga mía, Y en ti no hay mancha.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Eres toda hermosa, amada mía, en ti no hay ningún defecto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 ¡Toda tú, oh amada mía, eres hermosa, Y en ti no hay mancha!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Eres toda hermosa, amada mía, no hay defecto en ti.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 Toda tú eres hermosa, amada mía y en ti no hay mancha.

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Cantares 4:7
12 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa! Tus ojos son como palomas.


Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien es poderoso para evitar que caigan, y para llevarlos sin mancha y con gran alegría a su gloriosa presencia.


pero ahora él los reconcilió consigo mediante la muerte de Cristo en su cuerpo físico. Como resultado, los ha trasladado a su propia presencia, y ahora ustedes son santos, libres de culpa y pueden presentarse delante de él sin ninguna falta.


Eres hermosa, amada mía; tan hermosa que no puedo expresarlo. Tus ojos son como palomas detrás del velo. Tu cabello cae en ondas, como un rebaño de cabras que serpentea por las laderas de Galaad.


Por lo cual, queridos amigos, mientras esperan que estas cosas ocurran, hagan todo lo posible para que se vea que ustedes llevan una vida pacífica que es pura e intachable a los ojos de Dios.


La novia, una princesa, luce gloriosa en su vestido dorado.


Su boca es la dulzura misma; él es deseable en todo sentido. Así es mi amante, mi amigo, oh mujeres de Jerusalén.


Pues tu esposo, el rey, se deleita en tu belleza; hónralo, porque él es tu señor.


¡Qué hermosas son tus carpas, oh Jacob; qué bellos son tus hogares, oh Israel!


Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde la presencia de Dios, como una novia hermosamente vestida para su esposo.


Yo dormía, pero mi corazón estaba atento, cuando oí que mi amante tocaba a la puerta y llamaba: «Ábreme, tesoro mío, amada mía, mi paloma, mi mujer perfecta. Mi cabeza está empapada de rocío, mi cabello, con la humedad de la noche».


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