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Apocalipsis 17:3 - Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Entonces el ángel me llevó en el Espíritu al desierto. Allí vi a una mujer sentada sobre una bestia de color escarlata que tenía siete cabezas y diez cuernos, y estaba llena de blasfemias escritas contra Dios.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 El ángel me llevó en espíritu al desierto: era una nueva visión. Había allí una mujer sentada sobre una bestia de color rojo, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Esta bestia estaba cubierta de títulos y frases que ofendían a Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y en espíritu me llevó a un desierto: y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata, llena de nombres de blasfemia, que tiene siete cabezas y diez cuernos.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Y me llevó en espíritu a un desierto. Vi a una mujer montada sobre una bestia roja que estaba llena de nombres blasfemos y tenía siete cabezas y diez cuernos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

3 Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia y que tenía siete cabezas y diez cuernos.

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Apocalipsis 17:3
26 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Luego fui testigo de otro suceso importante en el cielo. Vi a un gran dragón rojo con siete cabezas y diez cuernos, y una corona en cada cabeza.


La mujer que viste en la visión representa la gran ciudad que reina sobre los reyes del mundo».


Y la mujer huyó al desierto, donde Dios había preparado un lugar para que la cuidaran durante 1260 días.


La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata y llevaba puestas hermosas joyas de oro, piedras preciosas y perlas. En la mano tenía una copa de oro llena de obscenidades y de las inmundicias de su inmoralidad.


pero a ella se le dieron dos alas como las de una gran águila para que pudiera volar al lugar que se había preparado para ella en el desierto. Allí sería cuidada y protegida lejos del dragón durante un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo.


Desafiará al Altísimo y oprimirá al pueblo santo del Altísimo. Procurará cambiar las leyes de los santos y sus festivales sagrados y ellos quedarán bajo el dominio de ese rey por un tiempo, tiempos y medio tiempo.


También pregunté acerca de los diez cuernos que había en la cabeza de la cuarta bestia y por el cuerno pequeño que surgió después y destruyó a tres de los otros cuernos. Este cuerno parecía más grande que los demás y tenía ojos humanos y una boca que presumía con arrogancia.


Mientras yo miraba los cuernos, surgió de pronto otro cuerno pequeño entre ellos. Tres de los primeros cuernos fueron arrancados de raíz para darle lugar al nuevo. Este cuerno pequeño tenía ojos que parecían humanos y una boca que presumía con arrogancia.


Así que me llevó en el Espíritu a una montaña grande y alta, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, desde la presencia de Dios.


Extendió algo que parecía ser una mano y me tomó del cabello. Luego el Espíritu me elevó al cielo y me transportó a Jerusalén en una visión que procedía de Dios. Me llevó a la puerta norte del atrio interior del templo, donde hay un ídolo grande que ha provocado los celos del Señor.


Después el Espíritu de Dios me llevó de regreso a Babilonia, al pueblo desterrado. Así terminó la visión de mi visita a Jerusalén.


Se exaltará a sí mismo y se opondrá a todo lo que la gente llame «dios» y a cada objeto de culto. Incluso se sentará en el templo de Dios y afirmará que él mismo es Dios.


Luego el Espíritu me levantó y oí detrás de mí un fuerte ruido que retumbaba. (¡Alabada sea la gloria del Señor en su lugar!).


¿Quién es esa que viene majestuosamente desde el desierto recostada sobre su amante? Desperté tus deseos bajo el manzano, donde tu madre te dio a luz, donde con tanto dolor te trajo al mundo.


Era el día del Señor, y yo estaba adorando en el Espíritu. De repente, oí detrás de mí una fuerte voz, como un toque de trompeta,


»El rey hará lo que le venga en gana, se exaltará a sí mismo y afirmará ser más grande que todos los dioses, incluso blasfemará contra el Dios de dioses. El éxito lo acompañará, pero solo hasta que se cumpla el tiempo de la ira, pues lo que se ha establecido, sin lugar a dudas, ocurrirá.


—Señor —le dijeron—, usted tan solo dé la orden y cincuenta de nuestros hombres más fuertes buscarán a su amo por todo el desierto. Tal vez el Espíritu del Señor lo haya dejado en alguna montaña o en algún valle. —No —respondió Eliseo—, no los manden.


Apenas yo te deje, el Espíritu del Señor te llevará a quién sabe dónde y cuando Acab llegue aquí y no te encuentre, me matará. Te recuerdo que toda mi vida he sido un fiel siervo del Señor.


Y al instante, yo estaba en el Espíritu y vi un trono en el cielo y a alguien sentado en él.


Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco nunca más volvió a verlo, pero siguió su camino con mucha alegría.


Le quitaron la ropa y le pusieron un manto escarlata.


Ella compró grandes cantidades de oro, plata, joyas y perlas; lino de la más alta calidad, púrpura, seda y tela de color escarlata; objetos hechos con la fragante madera de alerce, artículos de marfil y objetos hechos con madera costosa; y bronce, hierro y mármol.


«¡Qué terrible, qué terrible para esa gran ciudad! ¡Ella se vestía de púrpura de la más alta calidad y lino escarlata, adornada con oro, piedras preciosas y perlas!


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