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Amós 8:10 - Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Convertiré sus celebraciones en lamentos y su cantar en llanto. Se vestirán de luto y se raparán la cabeza en señal de dolor, como si su único hijo hubiera muerto. ¡Qué tan amargo será ese día!

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Biblia Reina Valera 1960

10 Y cambiaré vuestras fiestas en lloro, y todos vuestros cantares en lamentaciones; y haré poner cilicio sobre todo lomo, y que se rape toda cabeza; y la volveré como en llanto de unigénito, y su postrimería como día amargo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Cambiaré sus fiestas en velorio y sus cantos en lamentos. Haré que todo el mundo se vista de saco y que todos se rapen la cabeza. Ese día habrá tanto pesar como en los funerales de un hijo único; y el porvenir no será menos amargo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Convertiré vuestras solemnidades en duelo, Y todos vuestros cánticos en lamentos; Haré vestir cilicio sobre todo lomo, Y que toda cabeza se rape,° Les daré un duelo como por el unigénito, Al término de un amargo día.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Cambiaré en llanto vuestras fiestas, y todos vuestros cantos en lamento; pondré un saco en todas las cinturas, y en todas las cabezas tonsura; haré que haya duelo como por el hijo único, y su fin será como día de amargura.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

10 Y tornaré vuestras fiestas en lloro, y todos vuestros cantares en endechas; y pondré cilicio sobre todo lomo, y calvicie sobre toda cabeza; y haré que sea como duelo por hijo único, y su postrimería como día de amargura.

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Amós 8:10
30 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Oh, pueblo mío, vístete de tela áspera y siéntate entre las cenizas. Laméntate y llora amargamente, como el que pierde a un hijo único. ¡Pues los ejércitos destructores caerán de sorpresa sobre ti!


»Entonces derramaré un espíritu de gracia y oración sobre la familia de David y sobre los habitantes de Jerusalén. Me mirarán a mí, a quien atravesaron, y harán duelo por él como por un hijo único. Se lamentarán amargamente como quien llora la muerte de un primer hijo varón.


Se vestirán de tela áspera; el horror y la vergüenza los cubrirán. Se afeitarán la cabeza en señal de dolor y remordimiento.


La gente se rapa la cabeza y se afeita la barba en señal de luto. Se hacen cortaduras en las manos y se ponen ropa de tela áspera.


Que Dios les llene la vida de problemas; que Dios haga llover su enojo sobre ellos.


Pondré fin a sus festivales anuales, sus celebraciones de luna nueva y sus días de descanso: todos sus festivales establecidos.


Sus enemigos, enredados como espinos y tambaleantes como borrachos, serán quemados como hierba seca en el campo.


En aquel día el canto en el templo se convertirá en lamento. Habrá cadáveres tirados por todas partes. Serán llevados fuera de la ciudad en silencio. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!


¡Fuera de aquí con sus ruidosos himnos de alabanza! No escucharé la música de sus arpas.


Que la oscuridad y la penumbra absoluta reclamen ese día para sí; que una nube negra lo ensombrezca y la oscuridad lo llene de terror.


Este festival será un tiempo de alegría y celebración con tus hijos e hijas, con tus siervos y siervas, con los levitas, con los extranjeros, y con los huérfanos y las viudas que vivan en tus ciudades.


Entonces se alejó y se sentó sola a unos cien metros de distancia. Se echó a llorar y dijo: «No quiero ver morir al muchacho».


»Si a un hombre se le cae el cabello y queda calvo, sigue ceremonialmente puro.


En lugar de oler a dulce perfume, apestará. Usará una soga como faja y su elegante cabello se le caerá. Usará tela áspera en lugar de vestidos costosos, y la vergüenza reemplazará su belleza.


Tu perversidad traerá su propio castigo. El haberte alejado de mí te avergonzará. Verás qué malo y amargo es abandonar al Señor tu Dios y no temerle. ¡Yo, el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales, he hablado!


La alegría abandonó nuestro corazón; nuestras danzas se convirtieron en luto.


«Hijo de hombre, esto dice el Señor Soberano a Israel: »¡Ya llegó el fin! Dondequiera que mires —al oriente, al occidente, al norte o al sur— tu tierra está acabada.


Lloren como una recién casada vestida de luto, quien llora la muerte de su esposo.


«Odio todos sus grandes alardes y pretensiones, la hipocresía de sus festivales religiosos y asambleas solemnes.


Mi arpa toca música triste, y mi flauta acompaña a los que lloran.


La castigaré por todas las ocasiones en que quemaba incienso a las imágenes de Baal, cuando se ponía aretes y joyas y salía a buscar a sus amantes, olvidándose de mí por completo», dice el Señor.


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