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Amós 7:17 - Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Pero esto es lo que dice el Señor: ‘Tu esposa se convertirá en prostituta en esta ciudad, y a tus hijos y a tus hijas los matarán. Tu tierra será repartida y tú morirás en tierra extranjera. Con toda seguridad el pueblo de Israel irá cautivo al destierro, lejos de su patria’”.

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Biblia Reina Valera 1960

17 Por tanto, así ha dicho Jehová: Tu mujer será ramera en medio de la ciudad, y tus hijos y tus hijas caerán a espada, y tu tierra será repartida por suertes; y tú morirás en tierra inmunda, e Israel será llevado cautivo lejos de su tierra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 Escucha esta palabra de Yavé: 'Un día, tu esposa se prostituirá en plena calle, tus hijos e hijas morirán en la guerra. Los vencedores se repartirán tus bienes, tú mismo morirás en tierra extranjera e Israel será llevado lejos de su país.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Por eso, así dice YHVH: Tu mujer se venderá en la ciudad como prostituta, y tus hijos e hijas caerán a espada, Tu tierra será repartida a cordel,° y tú morirás en tierra inmunda; E Israel será irremisiblemente deportado lejos de su tierra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 Pues bien así dice Yahveh: 'Tu mujer se prostituirá en la ciudad, tus hijos y tus hijas caerán a espada, tu tierra será repartida a cordel, tú morirás en tierra impura. Israel será deportado lejos de su tierra''.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

17 Por tanto, así dice Jehová: Tu esposa será ramera en la ciudad, y tus hijos y tus hijas caerán a espada, y tu tierra será repartida a cordel; y tú morirás en tierra inmunda, e Israel será llevado cautivo lejos de su tierra.

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Amós 7:17
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Ya no podrás quedarte aquí en la tierra del Señor. En cambio, volverás a Egipto, y en Asiria comerás alimentos ceremonialmente impuros.


Finalmente, en el año nueve del reinado de Oseas, Samaria cayó y los israelitas fueron desterrados a Asiria, donde los establecieron en colonias en la región de Halah, en Gozán junto a la ribera del río Habor, y en las ciudades de los medos.


Después el Señor dijo: «¡Así comerán los israelitas pan contaminado en las naciones gentiles adonde los expulsaré!».


Por lo tanto, esto dice el Señor: “Debes morir. Tu vida terminará este mismo año porque te rebelaste contra el Señor”».


Anda diciendo: “Pronto matarán a Jeroboam y el pueblo de Israel será enviado al destierro”».


Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel, acerca de los profetas que tienen —Acab, hijo de Colaías y Sedequías, hijo de Maaseías— que les dicen mentiras en mi nombre: “Yo los entregaré a Nabucodonosor para que los ejecute delante de sus ojos.


Reuniré a todas las naciones para que peleen contra Jerusalén. La ciudad será tomada, las casas saqueadas y las mujeres violadas. La mitad de la población será llevada al cautiverio y al resto la dejarán entre las ruinas de la ciudad.


Nuestros enemigos violaron a las mujeres de Jerusalén y a las muchachas de las ciudades de Judá.


«Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: escribiste una carta por tu propia cuenta a Sofonías, hijo de Maaseías, el sacerdote, y enviaste copias a los demás sacerdotes y al pueblo en Jerusalén. Le escribiste a Sofonías:


Poco tiempo después de la confrontación con Hananías, el Señor le dio a Jeremías este mensaje:


En cuanto a ti, Pasur, tú y todos los de tu casa irán cautivos a Babilonia. Allí morirán y serán enterrados, tú y todos tus amigos, a quienes profetizaste que todo iría bien”».


Ante sus propios ojos, estrellarán a sus niños pequeños hasta matarlos. Sus hogares serán saqueados, y sus mujeres, violadas.


A su paso expulsó a las naciones de esa tierra, la cual repartió por sorteo a su pueblo como herencia y estableció a las tribus de Israel en sus hogares.


En cuanto a aquellos a quienes profetizan, sus cadáveres serán arrojados en las calles de Jerusalén, víctimas del hambre y de la guerra. No quedará nadie para enterrarlos. Se habrán ido todos: esposos, esposas, hijos e hijas. Pues derramaré sobre ellos su propia maldad.


Por lo tanto, ustedes serán los primeros en ser llevados cautivos. De repente se acabarán todas sus fiestas.


Entonces el Señor Soberano me mostró otra visión. Esta vez vi una cesta llena de fruta madura.


Entonces vi una visión del Señor, quien estaba de pie junto al altar, y dijo: «Golpea la parte superior de las columnas del templo para que los cimientos se sacudan. Derriba el techo sobre las cabezas de la gente. Mataré a espada a los que sobrevivan. ¡Nadie escapará!


»Yo, el Señor Soberano, estoy vigilando a esta nación pecaminosa de Israel y la destruiré de la faz de la tierra. Sin embargo, nunca destruiré por completo a la familia de Israel —dice el Señor—.


Oh, pueblo de Judá, rapen sus cabezas en señal de aflicción, porque sus amados hijos les serán arrebatados. Rápense hasta quedar calvos como un buitre, porque sus pequeños serán desterrados a tierras lejanas.


te arrugará y hará de ti una bola, y te lanzará a una tierra árida y distante. Allí morirás, y tus gloriosos carros de guerra quedarán rotos e inútiles. ¡Eres una vergüenza para tu amo!


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