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2 Timoteo 4:7 - Biblia Nueva Traducción Viviente

7 He peleado la buena batalla, he terminado la carrera y he permanecido fiel.

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Biblia Reina Valera 1960

7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado lo que depositaron en mis manos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 He combatido el buen combate, he llegado a la meta de la carrera, he guardado la fe.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 He peleado la buena batalla, he acabado mi carrera, he guardado la fe.

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2 Timoteo 4:7
22 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Pelea la buena batalla por la fe verdadera. Aférrate a la vida eterna a la que Dios te llamó y que declaraste tan bien delante de muchos testigos.


pero mi vida no vale nada para mí a menos que la use para terminar la tarea que me asignó el Señor Jesús, la tarea de contarles a otros la Buena Noticia acerca de la maravillosa gracia de Dios.


Entonces Jesús explicó: —Mi alimento consiste en hacer la voluntad de Dios, quien me envió, y en terminar su obra.


Jesús respondió: «Pero aún más bendito es todo el que escucha la palabra de Dios y la pone en práctica».


»Yo sé todo lo que haces y te he abierto una puerta que nadie puede cerrar. Tienes poca fuerza; sin embargo, has obedecido mi palabra y no negaste mi nombre.


»Dado que has obedecido mi mandato de perseverar, yo te protegeré del gran tiempo de prueba que vendrá sobre el mundo entero para probar a los que pertenecen a este mundo.


Y las semillas que cayeron en la buena tierra representan a las personas sinceras, de buen corazón, que oyen la palabra de Dios, se aferran a ella y con paciencia producen una cosecha enorme.


Timoteo, cuida bien lo que Dios te ha confiado. Evita las discusiones mundanas y necias con los que se oponen a ti, con su así llamado «conocimiento».


Mediante el poder del Espíritu Santo, quien vive en nosotros, guarda con sumo cuidado la preciosa verdad que se te confió.


Timoteo, hijo mío, te doy estas instrucciones, basadas en las palabras proféticas que se dijeron tiempo atrás acerca de ti. Espero que te ayuden a pelear bien en las batallas del Señor.


»Te he dado a conocer a los que me diste de este mundo. Siempre fueron tuyos. Tú me los diste, y ellos han obedecido tu palabra.


Adquiere la verdad y nunca la vendas; consigue también sabiduría, disciplina y buen juicio.


Cuando estaba en los últimos días de su ministerio, Juan preguntó: “¿Creen ustedes que yo soy el Mesías? No, ¡no lo soy! Pero él pronto viene, y yo ni siquiera soy digno de ser su esclavo ni de desatarle las sandalias de sus pies”.


Fui a Jerusalén, porque Dios me reveló que debía hacerlo. Durante mi tiempo allí, me reuní en privado con los que eran reconocidos como los dirigentes de la iglesia y les presenté el mensaje que predico a los gentiles. Quería asegurarme de que estábamos de acuerdo, porque temía que todos mis esfuerzos hubieran sido inútiles y que estaba corriendo la carrera en vano.


Estamos juntos en esta lucha. Ustedes han visto mi lucha en el pasado y saben que aún no ha terminado.


Pero tú, Timoteo, sabes muy bien lo que yo enseño y cómo vivo y cuál es el propósito de mi vida. También conoces mi fe, mi paciencia, mi amor y mi constancia.


Entonces a cada uno de ellos se le dio una túnica blanca, y se les dijo que descansaran un poco más hasta que se completara el número de sus hermanos, los consiervos de Jesús que se unirían a ellos después de morir como mártires.


Lo hizo para enseñar a pelear en la guerra a las generaciones de israelitas que no tenían experiencia en el campo de batalla.


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