11 Luego ella dijo: —Por favor, júreme por el Señor su Dios que no dejará que nadie tome venganza contra mi hijo. No quiero más derramamiento de sangre. —Tan cierto como que el Señor vive —le respondió—, ¡no se tocará ni un solo cabello de la cabeza de tu hijo!
11 Dijo ella entonces: Te ruego, oh rey, que te acuerdes de Jehová tu Dios, para que el vengador de la sangre no aumente el daño, y no destruya a mi hijo. Y él respondió: Vive Jehová, que no caerá ni un cabello de la cabeza de tu hijo en tierra.
11 Ella le dijo: 'Que me prometa el rey en nombre de Yavé su Dios que el vengador de la sangre no aumentará mi pena ni hará que perezca mi hijo'. El le dijo: '¡Por Yavé que vive, no caerá en tierra un solo cabello de tu hijo!'
11 Y ella dijo: Te ruego, oh rey, que recuerdes a YHVH tu Dios, para que el vengador de la sangre° no aumente el daño ni destruya a mi hijo. Y él dijo: ¡Vive YHVH, que ni un cabello de tu hijo caerá por tierra!
11 Ella entonces dijo: 'Pronuncie, por favor, el rey el nombre de Yahveh, tu Dios, para que el vengador de sangre no venga a aumentar la ruina y no extermine a mi hijo'. El rey declaró: '¡Por vida de Yahveh que no caerá en tierra ni un cabello de tu hijo!'.
11 Dijo ella entonces: Te ruego, oh rey, que te acuerdes de Jehová tu Dios, que no dejes a los vengadores de la sangre aumentar el daño con destruir a mi hijo. Y él respondió: Vive Jehová, que no caerá ni un cabello de la cabeza de tu hijo en tierra.
Pero la gente intervino y le dijo a Saúl: —Jonatán ganó esta gran victoria para Israel. ¿Debe morir? ¡De ningún modo! Tan cierto como que el Señor vive, que ni un solo cabello de su cabeza será tocado, porque hoy Dios lo ayudó a hacer esta gran proeza. De modo que la gente salvó a Jonatán de la muerte.
El pariente más cercano de la víctima es responsable de quitarle la vida al asesino. Cuando ellos se encuentren, el vengador debe quitarle la vida al asesino.
O si alguien por odio golpea a otro con su puño y esa persona muere, comete homicidio. En tales casos, el vengador tiene que quitarle la vida al asesino cuando se encuentren.
Después, cuando jures por mi nombre diciendo: “Tan cierto como que el Señor vive”, lo podrías hacer con verdad, justicia y rectitud. Entonces serías una bendición a las naciones del mundo, y todos los pueblos vendrían y alabarían mi nombre».
Finalmente, Jonatán le dijo a David: «Ve en paz, porque nos hemos jurado lealtad el uno al otro en el nombre del Señor. Él es testigo del vínculo que hay entre nosotros y nuestros hijos para siempre». Después David se fue, y Jonatán regresó a la ciudad.