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2 Reyes 8:9 - Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Entonces Hazael cargó cuarenta camellos con los mejores productos de Damasco para regalarle a Eliseo. Fue a verlo y le dijo: —Tu siervo Ben-adad, rey de Aram, me ha enviado a preguntarte: “¿Voy a recuperarme de esta enfermedad?”.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Tomó, pues, Hazael en su mano un presente de entre los bienes de Damasco, cuarenta camellos cargados, y fue a su encuentro, y llegando se puso delante de él, y dijo: Tu hijo Ben-adad rey de Siria me ha enviado a ti, diciendo: ¿Sanaré de esta enfermedad?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Jazael fue pues a ver al hombre de Dios, llevándole como regalo de todo lo mejor que hay en Damasco, lo que era transportado en cuarenta camellos. Llegó a la casa del hombre de Dios y, cuando lo hicieron entrar, le dijo: 'Tu hijo Ben-Hadad, rey de Aram, me envió donde ti para saber si sanará de su enfermedad'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Hazael fue pues a su encuentro llevándose consigo un presente de lo mejor de Damasco, una carga de cuarenta camellos, y se detuvo ante él, y le dijo: Tu hijo Ben-adad, rey de Siria, me envía a ti, preguntando: ¿Sanaré de esta enfermedad?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Fue, pues, Jazael a su encuentro, llevando consigo, como regalo, todo lo mejor de Damasco, cargado en cuarenta camellos. Llegó y se presentó ante él, diciendo: 'Tu hijo, Ben Hadad, rey de Aram, me envía a ti para preguntarte: '¿Lograré sobrevivir a esta enfermedad?''.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

9 Tomó pues Hazael en su mano un presente de todos los bienes de Damasco, cuarenta camellos cargados y salió a recibirlo; y llegó, y se puso delante de él, y dijo: Tu hijo Benadad, rey de Siria, me ha enviado a ti, diciendo: ¿He de sanar de esta enfermedad?

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2 Reyes 8:9
13 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

pero no quise hacer nada sin tu consentimiento. Preferí que ayudaras de buena gana y no por obligación.


El rey Acaz envió mensajeros a Tiglat-pileser, rey de Asiria, con este mensaje: «Yo soy tu siervo y tu vasallo. Sube a rescatarme de los ejércitos de Aram e Israel, que me atacan».


Cuando Eliseo cayó enfermo de muerte, el rey Yoás de Israel fue a visitarlo y lloró sobre él diciendo: —¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Veo los carros de Israel con sus conductores!


Cuando el rey de Israel los vio, gritó a Eliseo: —¿Los mato, padre mío, los mato?


Sus oficiales trataron de hacerle entrar en razón y le dijeron: «Señor, si el profeta le hubiera pedido que hiciera algo muy difícil, ¿usted no lo habría hecho? Así que en verdad debería obedecerlo cuando sencillamente le dice: “¡Ve, lávate y te curarás!”».


«Ve a visitar al profeta —le dijo el rey de Aram—. Te daré una carta de presentación para que se la lleves al rey de Israel». Entonces Naamán emprendió viaje y llevaba de regalo trescientos cuarenta kilos de plata, sesenta y ocho kilos de oro, y diez mudas de ropa.


Entonces el Señor le dijo: —Regresa por el mismo camino que viniste y sigue hasta el desierto de Damasco. Cuando llegues allí, unge a Hazael para que sea rey de Aram.


Pregunta a tus propios hombres, y te dirán que es cierto. Así que, ¿podrías ser bondadoso con nosotros, ya que hemos venido en tiempo de celebración? Por favor, comparte con nosotros y con tu amigo David las provisiones que tengas a la mano».


—Pero no tenemos nada que ofrecerle —respondió Saúl—. Hasta nuestra comida se acabó y no tenemos nada para darle.


En respuesta, Asa tomó toda la plata y todo el oro que quedaban en los tesoros del templo del Señor y del palacio real, y encargó a unos de sus funcionarios que le enviaran todo a Ben-adad, hijo de Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Aram, que gobernaba en Damasco, junto con el siguiente mensaje:


Llévale de regalo diez hogazas de pan, algunos pasteles y un frasco de miel, y pregúntale qué le sucederá al niño».


Cierto día Ocozías, el nuevo rey de Israel, se cayó por la reja de la ventana de una habitación en el piso superior de su palacio en Samaria y quedó gravemente herido. Entonces envió mensajeros al templo de Baal-zebub, dios de Ecrón, para que consultaran si iba a recuperarse.


Un tiempo para buscar y un tiempo para dejar de buscar. Un tiempo para guardar y un tiempo para botar.


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