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2 Reyes 4:20 - Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Entonces el sirviente lo llevó a su casa, y la madre lo sostuvo en su regazo; pero cerca del mediodía, el niño murió.

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Biblia Reina Valera 1960

20 Y habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 El sirviente lo llevó y se lo entregó a su madre; el niño permaneció sentado en sus rodillas, y al mediodía falleció.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Y cuando lo hubo llevado a su madre, se sentó en sus rodillas hasta el mediodía, y luego murió.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Lo tomó y lo llevó a su madre. El niño estuvo sobre las rodillas de su madre hasta el mediodía, en que murió.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

20 Y habiéndole él tomado, y traído a su madre, estuvo sentado sobre sus rodillas hasta el mediodía, y murió.

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2 Reyes 4:20
14 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Cuando Jesús llegó a la entrada de la aldea, salía una procesión fúnebre. El joven que había muerto era el único hijo de una viuda, y una gran multitud de la aldea la acompañaba.


Por eso les dijo claramente: —Lázaro está muerto.


Aunque Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro,


Así que las dos hermanas le enviaron un mensaje a Jesús que decía: «Señor, tu querido amigo está muy enfermo».


Como resultado, saldrán a la luz los pensamientos más profundos de muchos corazones, y una espada atravesará tu propia alma».


Los consolaré allí, en Jerusalén, como una madre consuela a su hijo».


«¡Jamás! ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho? ¿Puede no sentir amor por el niño al que dio a luz? Pero aun si eso fuera posible, yo no los olvidaría a ustedes.


Tiempo después, el hijo de la mujer se enfermó. Cada día empeoraba y finalmente murió.


Una noche José tuvo un sueño, y cuando se lo contó a sus hermanos, lo odiaron más que nunca.


Jacob amaba a José más que a sus otros hijos porque le había nacido en su vejez. Por eso, un día, Jacob mandó a hacer un regalo especial para José: una hermosa túnica.


—Toma a tu hijo, tu único hijo —sí, a Isaac, a quien tanto amas— y vete a la tierra de Moriah. Allí lo sacrificarás como ofrenda quemada sobre uno de los montes, uno que yo te mostraré.


y de repente gritó: «¡Me duele la cabeza! ¡Me duele la cabeza!». Su padre le dijo a uno de sus sirvientes: «Llévalo a casa, junto a su madre».


Ella lo subió y lo recostó sobre la cama del hombre de Dios; luego cerró la puerta y lo dejó allí.


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