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2 Reyes 10:15 - Biblia Nueva Traducción Viviente

15 Cuando Jehú salió de allí, encontró a Jonadab, hijo de Recab, quien venía a su encuentro. Después de saludarse, Jehú le dijo: —¿Me eres tan leal como yo lo soy contigo? —Sí, lo soy —contestó Jonadab. —Si lo eres —dijo Jehú—, entonces estréchame la mano. Jonadab le dio la mano y Jehú lo ayudó a subirse al carro.

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Biblia Reina Valera 1960

15 Yéndose luego de allí, se encontró con Jonadab hijo de Recab; y después que lo hubo saludado, le dijo: ¿Es recto tu corazón, como el mío es recto con el tuyo? Y Jonadab dijo: Lo es. Pues que lo es, dame la mano. Y él le dio la mano. Luego lo hizo subir consigo en el carro,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Saliendo de allí encontró a Yonadab, hijo de Recab, que le salía al encuentro. Lo saludó y le dijo: '¿Serás leal conmigo como yo quiero serlo contigo?' Yonadab le respondió: 'Sí'. 'Si es sí, le dijo, dame la mano'. Yonadab le tendió la mano y Jehú lo hizo subir a su carro al lado de él.

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 Luego se fue de allí y encontró a Jonadab ben Recab, que iba a su encuentro. Lo saludó y le dijo: ¿Es recto tu corazón como mi corazón con el tuyo? Y Jonadab respondió: Lo es. Entonces añadió:° Si lo es, dame tu mano. Y le dio la mano, y lo hizo subir al carro,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 Partió de allí y encontró a Jonadab, hijo de Recab, que le salía al encuentro. Lo saludó y le preguntó: '¿Es sincero conmigo tu corazón como lo es el mío contigo?'. Respondió Jonadab: 'Sí; lo es'. Le dijo Jehú: 'Pues si es así, dame la mano'. Y el otro se la dio. Entonces Jehú le mandó subir al carro a su lado.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

15 Yéndose luego de allí se encontró con Jonadab, hijo de Recab; que venía a su encuentro, y después de saludarle, le dijo: ¿Es recto tu corazón, como el mío es recto con el tuyo? Y Jonadab dijo: Lo es. Pues que lo es, dame la mano. Y él le dio su mano. Luego lo hizo subir consigo en el carro.

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2 Reyes 10:15
20 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Pues el rey de Israel despreció el tratado y no lo cumplió aun después de jurar que lo haría; así que no escapará.


Ellos juraron divorciarse de sus esposas, y cada uno reconoció su culpabilidad presentando un carnero como ofrenda por la culpa.


y las familias de escribas que vivieron en Jabes: los tirateos, los simeateos y los sucateos. Todos ellos fueron ceneos, que descendían de Hamat, el padre de la familia de Recab.


Amados hermanos, les ruego que vivan como yo, libres de esas cosas, pues yo llegué a ser como ustedes, los gentiles, libre de esas leyes. Ustedes no me trataron mal cuando les prediqué por primera vez.


De hecho, Santiago, Pedro y Juan —quienes eran considerados pilares de la iglesia— reconocieron el don que Dios me había dado y nos aceptaron a Bernabé y a mí como sus colegas. Nos animaron a seguir predicando a los gentiles mientras ellos continuaban su tarea con los judíos.


El hombre contestó: —¿Y cómo puedo entenderlo, a menos que alguien me explique? Y le rogó a Felipe que subiera al carruaje y se sentara junto a él.


se cruzó con unos parientes del rey Ocozías, de Judá. —¿Quiénes son ustedes? —les preguntó. Y ellos contestaron: —Somos parientes del rey Ocozías. Vamos a visitar a los hijos del rey Acab y a los hijos de la reina madre.


«¡Rápido! ¡Preparen mi carro!», ordenó el rey Joram. Entonces el rey Joram de Israel y el rey Ocozías de Judá salieron en sus carros de guerra a encontrarse con Jehú. Dieron con él en la parcela que había pertenecido a Nabot de Jezreel.


Entonces Jacob volvió a bendecir al faraón antes de salir del palacio.


Entonces José hizo entrar a su padre Jacob y se lo presentó al faraón. Entonces Jacob bendijo al faraón.


Labán se levantó temprano a la mañana siguiente, besó a sus nietos y a sus hijas, y los bendijo. Después se marchó y regresó a su casa.


«¡Tráiganlos vivos!», gritó Jehú a sus hombres. Así que los capturaron, cuarenta y dos en total, y los mataron junto al pozo de Bet-eked. No escapó ninguno.


«Ve al asentamiento donde habitan las familias de los recabitas e invítalos al templo del Señor. Llévalos a una de las habitaciones interiores y ofréceles algo de vino».


Los hombres tomaron la respuesta como una buena señal y, aprovechando esas palabras, enseguida le respondieron: —¡Sí, su hermano Ben-adad! —¡Vayan a traerlo! —les dijo el rey de Israel. Cuando Ben-adad llegó, Acab lo invitó a subir a su carro de guerra.


Malquías, hijo de Recab, el jefe del distrito de Bet-haquerem reparó la puerta del Estiércol. La reconstruyó, levantó las puertas e instaló sus cerrojos y barras.


¿Quién me protegerá de los perversos? ¿Quién me defenderá de los malvados?


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