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2 Reyes 1:3 - Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Entonces el ángel del Señor le dijo a Elías, quien era de Tisbé: «Ve y enfrenta a los mensajeros del rey de Samaria, y pregúntales: “¿Acaso no hay Dios en Israel? ¿Por qué recurren a Baal-zebub, dios de Ecrón, a consultarle si el rey va a recuperarse?

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Biblia Reina Valera 1960

3 Entonces el ángel de Jehová habló a Elías tisbita, diciendo: Levántate, y sube a encontrarte con los mensajeros del rey de Samaria, y diles: ¿No hay Dios en Israel, que vais a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Pero el ángel de Yavé dijo a Elías de Tisbé: 'Levántate y sal al encuentro de los mensajeros del rey de Samaría. Les dirás: ¿Así que ya no hay más Dios en Israel que van a consultar a Baalcebub, el dios de Ecrón?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Entonces el ángel° de YHVH dijo a Elías tisbita: Levántate, sube al encuentro de los mensajeros del rey de Samaria y diles: ¿Es porque no hay ’Elohim en Israel por lo que vais a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Pero el ángel de Yahveh dijo a Elías el tesbita: 'Ve y sube al encuentro de los mensajeros del rey de Samaría, y diles: '¿Acaso no hay Dios en Israel y por eso vais a consultar a Baal-Zebub, dios de Ecrón?'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

3 Entonces el ángel de Jehová habló a Elías tisbita, diciendo: Levántate, y sube a encontrarte con los mensajeros del rey de Samaria, y diles: ¿Acaso no hay Dios en Israel, para que vayáis a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón?

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2 Reyes 1:3
21 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Ahora bien, Elías, quien era de Tisbé en Galaad, le dijo al rey Acab: «Tan cierto como que el Señor vive, el Dios de Israel —a quien sirvo—, no habrá rocío ni lluvia durante los próximos años, ¡hasta que yo dé la orden!».


Los que rinden culto a dioses falsos le dan la espalda a todas las misericordias de Dios.


Dios recibe honra en Judá; su nombre es grande en Israel.


En cuanto a Felipe, un ángel del Señor le dijo: «Ve al sur por el camino del desierto que va de Jerusalén a Gaza».


Pero los maestros de la ley religiosa que habían llegado de Jerusalén decían: «Está poseído por Satanás, el príncipe de los demonios. De él recibe el poder para expulsar los demonios».


Después Naamán y todo su grupo regresaron a buscar al hombre de Dios. Se pararon ante él, y Naamán le dijo: —Ahora sé que no hay Dios en todo el mundo, excepto en Israel. Así que le ruego que acepte un regalo de su siervo.


Y ellos contestaron: —Era un hombre velludo y tenía un cinto de cuero en la cintura. —¡Elías de Tisbé! —exclamó el rey.


Ellos contestaron: —Se nos cruzó un hombre y nos dijo que regresáramos y le diéramos este mensaje al rey: “Esto dice el Señor: ‘¿Acaso no hay Dios en Israel? ¿Por qué mandas hombres a preguntarle a Baal-zebub, dios de Ecrón, si vas a recuperarte? Por eso que hiciste, nunca te levantarás de la cama donde estás; ten por seguro que morirás’”.


Cierto día Ocozías, el nuevo rey de Israel, se cayó por la reja de la ventana de una habitación en el piso superior de su palacio en Samaria y quedó gravemente herido. Entonces envió mensajeros al templo de Baal-zebub, dios de Ecrón, para que consultaran si iba a recuperarse.


Entonces el ángel del Señor regresó, lo tocó y le dijo: «Levántate y come un poco más, de lo contrario, el viaje que tienes por delante será demasiado para ti».


Entonces se acostó y durmió debajo del árbol. Mientras dormía, un ángel lo tocó y le dijo: «¡Levántate y come!».


A la hora que solía hacerse el sacrificio vespertino, el profeta Elías caminó hacia el altar y oró: «Oh Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, demuestra hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu siervo; demuestra que yo he hecho todo esto por orden tuya.


Más tarde, durante el tercer año de la sequía, el Señor dijo a Elías: «Preséntate ante el rey Acab y dile que ¡pronto enviaré lluvia!».


Hoy el Señor te conquistará, y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Y luego daré los cadáveres de tus hombres a las aves y a los animales salvajes, ¡y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel!


Sin embargo, cuando Eliseo, hombre de Dios, supo que el rey de Israel había rasgado sus vestiduras en señal de aflicción, le envió este mensaje: «¿Por qué estás tan disgustado? Envíame a Naamán, así él sabrá que hay un verdadero profeta en Israel».


Pues Salomón se ha apartado de mí y rindió culto a Astoret, diosa de los sidonios; a Quemos, dios de Moab; y a Moloc, dios de los amonitas. Salomón no ha seguido mis caminos ni ha hecho lo que me agrada. Tampoco ha obedecido mis decretos y ordenanzas como lo hizo su padre David.


Tal vez alguien les diga: «Preguntemos a los médiums y a los que consultan los espíritus de los muertos; con sus susurros y balbuceos nos dirán qué debemos hacer». Pero ¿acaso no deberá el pueblo pedirle a Dios que lo guíe? ¿Deberían los vivos buscar orientación de los muertos?


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