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2 Crónicas 18:7 - Biblia Nueva Traducción Viviente

7 El rey de Israel contestó a Josafat: —Hay un hombre más que podría consultar al Señor por nosotros, pero lo detesto. ¡Nunca me profetiza nada bueno, solo desgracias! Se llama Micaías, hijo de Imla. —¡Un rey no debería hablar de esa manera! —respondió Josafat—. Escuchemos lo que tenga que decir.

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Biblia Reina Valera 1960

7 El rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay aquí un hombre por el cual podemos preguntar a Jehová; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre mal. Este es Micaías hijo de Imla. Y respondió Josafat: No hable así el rey.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 El rey de Israel le dijo: 'Sí, hay un hombre por quien podríamos consultar a Yavé, pero yo le tengo odio, pues nunca me profetiza el bien, sino el mal. Es Miqueas, hijo de Jimlá. Josafat lo reprendió: 'No hables de esta manera.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Y el rey de Israel respondió a Josafat: Todavía queda un hombre por medio del cual podemos consultar a YHVH, pero yo lo aborrezco, porque nunca me profetiza para bien, sino siempre para mal. Es Micaías ben Imla. Y dijo Josafat: No hable así el rey.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 El rey de Israel respondió a Josafat: 'Queda todavía un hombre por medio del cual se puede consultar a Yahveh; pero yo siento aversión hacia él, porque nunca me profetiza bienes, sino solamente males. Es Miqueas, hijo de Yimlá'. Josafat le dijo: 'No hable el rey así'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 Y el rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay aquí un hombre por el cual podemos preguntar a Jehová; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre mal. Este es Micaías, hijo de Imla. Y respondió Josafat: No hable así el rey.

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2 Crónicas 18:7
30 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

¿Debes hablar de esa manera, oh familia de Israel? ¿Tendrá paciencia el Espíritu del Señor con semejante comportamiento? Si ustedes hicieran lo correcto, encontrarían consuelo en mis palabras.


¡Cómo odian ustedes a los jueces honestos! ¡Cómo desprecian a los que dicen la verdad!


Qué bendiciones les esperan cuando la gente los odie y los excluya, cuando se burlen de ustedes y los maldigan, como si fueran gente maligna, porque siguen al Hijo del Hombre.


Les dicen a los videntes: «¡Dejen de ver visiones!». Les dicen a los profetas: «No nos digan lo que es correcto. Dígannos cosas agradables; cuéntennos mentiras.


—Así que, enemigo mío, ¡me has encontrado! —le dijo Acab a Elías. —Sí —contestó Elías—, te encontré porque te has vendido para hacer lo malo a los ojos del Señor.


Cuando Acab vio a Elías, exclamó: —¿Así que realmente eres tú, el alborotador de Israel?


¿Acaso ahora me volví su enemigo porque les digo la verdad?


Si yo no hubiera hecho entre ellos esas señales tan milagrosas que nadie más podría hacer, no serían culpables; pero la verdad es que vieron todo lo que hice, y aun así nos siguen odiando a mí y a mi Padre.


El mundo no puede odiarlos a ustedes, pero a mí sí me odia, porque yo lo acuso de hacer lo malo.


Así que envió de inmediato a un verdugo a la prisión para que le cortara la cabeza a Juan y luego se la trajera. El soldado decapitó a Juan en la prisión,


Entonces los funcionarios fueron a ver al rey y le dijeron: —Señor, ¡este hombre debe morir! Esta forma de hablar desmoralizará a los pocos hombres de guerra que nos quedan, al igual que a todo el pueblo. ¡Este hombre es un traidor!


Entonces el pueblo dijo: «Vengan, busquemos la manera de detener a Jeremías. Ya tenemos suficientes sacerdotes, sabios y profetas. No necesitamos que él enseñe la palabra ni que nos dé consejos ni profecías. Hagamos correr rumores acerca de él y no hagamos caso a lo que dice».


Los sanguinarios odian a las personas intachables, pero los honrados procuran ayudarlas.


La crítica constructiva es, para quien la escucha, como un pendiente u otras joyas de oro.


Por lo tanto, no te molestes en corregir a los burlones; solo ganarás su odio. En cambio, corrige a los sabios y te amarán.


Rescátame del lodo; ¡no dejes que me hunda aún más! Sálvame de aquellos que me odian y sácame de estas aguas profundas.


Mis enemigos me gritan; me lanzan perversas amenazas a viva voz. Me cargan de problemas y con rabia me persiguen.


Sin duda, la calamidad destruirá a los perversos, y los que odian a los justos serán castigados.


Pero Micaías respondió: —Tan cierto como que el Señor vive, solo diré lo que mi Dios diga.


El rey Joram preguntó: —¿Vienes en son de paz, Jehú? —¿Cómo puede haber paz cuando la idolatría y la brujería de tu madre, Jezabel, están por todas partes? —contestó Jehú.


—He servido con gran celo al Señor Dios Todopoderoso —respondió Elías—; pero el pueblo de Israel ha roto su pacto contigo, derribó tus altares y mató a cada uno de tus profetas. Yo soy el único que queda con vida, y ahora me buscan para matarme a mí también.


Cierta vez, cuando Jezabel intentaba matar a todos los profetas del Señor, Abdías escondió a cien de ellos en dos cuevas; metió a cincuenta profetas en cada cueva y les dio comida y agua).


El rey de Israel contestó a Josafat: —Hay un hombre más que podría consultar al Señor por nosotros, pero lo detesto. ¡Nunca me profetiza nada bueno, solo desgracias! Se llama Micaías, hijo de Imla. —¡Un rey no debería hablar de esa manera! —respondió Josafat—. Escuchemos lo que tenga que decir.


Pero Josafat preguntó: —¿Acaso no hay también un profeta del Señor aquí? Debemos hacerle la misma pregunta.


De modo que el rey de Israel llamó a uno de sus funcionarios y le dijo: —¡Rápido! Trae a Micaías, hijo de Imla.


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