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2 Crónicas 18:30 - Biblia Nueva Traducción Viviente

30 A su vez, el rey de Aram había dado las siguientes órdenes a sus comandantes de carros de guerra: «Ataquen solamente al rey de Israel. ¡No pierdan tiempo con nadie más!».

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Biblia Reina Valera 1960

30 Había el rey de Siria mandado a los capitanes de los carros que tenía consigo, diciendo: No peleéis con chico ni con grande, sino sólo con el rey de Israel.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

30 Ahora bien, el rey de Aram había ordenado a los jefes de sus carros de guerra: 'No ataquen a nadie, ni a los grandes ni a los chicos, tan sólo al rey de Israel.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 Pero el rey de Siria había ordenado a los capitanes de sus carros diciendo: No luchéis contra pequeño ni contra grande, sino sólo contra el rey de Israel.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 Por su parte, el rey de Aram había dado esta orden a los jefes de sus carros: 'No ataquéis a ninguno, ni chico ni grande, sino sólo al rey de Israel'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

30 Y el rey de Siria había mandado a los capitanes de los carros que tenía consigo, diciendo: No peleéis contra chico ni contra grande, sino sólo contra el rey de Israel.

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2 Crónicas 18:30
8 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Decidieron que todo el que se negara a buscar al Señor, Dios de Israel, sería ejecutado, fuera joven o anciano, hombre o mujer.


El profeta le dijo: —Esto dice el Señor: “Por haberle perdonado la vida al hombre que yo dije que había que destruir ahora tú morirás en su lugar, y tu pueblo morirá en lugar de su pueblo”.


e imparciales en sus juicios. Atiendan los casos tanto de los pobres como de los ricos. No se acobarden ante el enojo de nadie, porque la decisión que ustedes tomen será la decisión de Dios. Tráiganme a mí los casos que les resulten demasiado difíciles, y yo me ocuparé de ellos”.


Luego dejaron ciegos a todos los hombres que estaban en la puerta de la casa, tanto jóvenes como mayores, los cuales abandonaron su intento de entrar.


Mientras tanto, el rey de Aram había dado las siguientes órdenes a sus treinta y dos comandantes de carros de guerra: «Ataquen solo al rey de Israel. ¡No pierdan tiempo con nadie más!».


El rey de Israel dijo a Josafat: «Cuando entremos en la batalla, yo me disfrazaré para que nadie me reconozca, pero tú ponte tus vestiduras reales». Así que el rey de Israel se disfrazó, y ambos entraron en la batalla.


Entonces, cuando los comandantes arameos de los carros vieron a Josafat en sus vestiduras reales, comenzaron a perseguirlo. «¡Allí está el rey de Israel!», gritaban; pero Josafat clamó, y el Señor lo rescató. Dios lo ayudó, apartando a sus atacantes de él.


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