2 Crónicas 13:7 - Biblia Nueva Traducción Viviente
7 Luego se le unió toda una banda de sinvergüenzas, quienes desafiaron a Roboam, hijo de Salomón, cuando todavía era joven y sin experiencia y no podía hacerles frente.
7 Y se juntaron con él hombres vanos y perversos, y pudieron más que Roboam hijo de Salomón, porque Roboam era joven y pusilánime, y no se defendió de ellos.
7 Se juntaron con él unos hombres vanos y malvados y se opusieron a Roboam, hijo de Salomón, de manera que Roboam, que era joven y sin experiencia, no los resistió.
7 Y se juntaron con él hombres ociosos,° hijos de Belial, y se impusieron sobre Roboam ben Salomón cuando Roboam era joven y apocado, y no podía hacerles frente.
7 Y se le unieron hombres vanos y perversos, que se hicieron fuertes contra Roboán, hijo de Salomón, porque Roboán era joven y de poco carácter, que no tuvo valor para hacerles frente.
7 Y se unieron a él unos hombres vanos, hijos de Belial, y pudieron más que Roboam, hijo de Salomón, porque Roboam era joven y tierno de corazón y no pudo defenderse de ellos.
El rey Roboam se estableció firmemente en Jerusalén y siguió gobernando. Tenía cuarenta y un años cuando subió al trono y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que el Señor había elegido entre todas las tribus de Israel como el lugar para honrar su nombre. Su madre era una mujer de Amón que se llamaba Naama.
Le dieron setenta monedas de plata del templo de Baal-berit, las cuales él usó para contratar a unos hombres alborotadores e imprudentes que aceptaron seguirlo.
Hace tanto que son creyentes que ya deberían estar enseñando a otros. En cambio, necesitan que alguien vuelva a enseñarles las cosas básicas de la palabra de Dios. Son como niños pequeños que necesitan leche y no pueden comer alimento sólido.
Pues hay muchos rebeldes que participan en conversaciones inútiles y engañan a otros. Me refiero especialmente a los que insisten en que es necesario circuncidarse para ser salvo.
Amados hermanos, no sean infantiles en su comprensión de estas cosas. Sean inocentes como bebés en cuanto a la maldad pero maduros en la comprensión de asuntos como estos.
Entonces ciertos judíos tuvieron envidia y reunieron a unos alborotadores de la plaza del mercado para que formaran una turba e iniciaran un disturbio. Atacaron la casa de Jasón en busca de Pablo y Silas a fin de sacarlos a rastras y entregarlos a la multitud.
Cuando todos los israelitas se dieron cuenta de que el rey no iba a hacerles caso, respondieron: «¡Abajo la dinastía de David! No nos interesa para nada el hijo de Isaí. ¡Regresa a tu casa, Israel! Y tú, David, ¡cuida de tu propia casa!». Entonces el pueblo de Israel regresó a casa;
Luego llegaron los dos sinvergüenzas y se sentaron frente a él. Entonces acusaron a Nabot ante todos los presentes diciendo: «Este hombre maldijo a Dios y al rey». Entonces arrastraron a Nabot hasta sacarlo de la ciudad y lo mataron a pedradas.
Luego, comenzaron a llegar otros —hombres que tenían problemas o que estaban endeudados o que simplemente estaban descontentos—, y David llegó a ser capitán de unos cuatrocientos hombres.
que hay sinvergüenzas en medio de ti que llevan por mal camino a los habitantes de su ciudad, diciéndoles: “Vamos, rindamos culto a otros dioses”, dioses que hasta entonces tú no conocías.
Y aunque soy el rey ungido, estos dos hijos de Sarvia —Joab y Abisai— son demasiado fuertes para que yo los controle. Por eso, que el Señor les dé a estos hombres malignos su paga por sus malas acciones».