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2 Corintios 10:10 - Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Pues algunos dicen: «Las cartas de Pablo son exigentes y fuertes, ¡pero él en persona es débil y sus discursos no valen nada!».

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Biblia Reina Valera 1960

10 Porque a la verdad, dicen, las cartas son duras y fuertes; mas la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Las cartas son duras y fuertes, dicen algunos, pero tiene poca presencia y es un pobre orador.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Pues las epístolas, dicen, son pesadas y fuertes, pero la presencia corporal, débil, y la palabra despreciable.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Porque alguien dice: 'Las cartas son duras y fuertes; pero su presencia corporal es poca cosa y su palabra despreciable'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

10 Porque a la verdad, dicen: Sus cartas son gravosas y fuertes; mas su presencia corporal es débil, y su palabra es menospreciable.

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2 Corintios 10:10
13 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Pues Cristo no me envió a bautizar sino a predicar la Buena Noticia, y no con palabras ingeniosas, por temor a que la cruz de Cristo perdiera su poder.


Podré ser un orador inexperto, pero no me falta conocimiento. Eso es algo que les hemos dejado bien claro a ustedes de todas las maneras posibles.


Pero Moisés rogó al Señor: —Oh Señor, no tengo facilidad de palabra; nunca la tuve, ni siquiera ahora que tú me has hablado. Se me traba la lengua y se me enredan las palabras.


Ahora yo, Pablo, les ruego con la ternura y bondad de Cristo, aunque me doy cuenta de que piensan que soy tímido en persona y valiente solo cuando escribo desde lejos.


Ya que Dios, en su sabiduría, se aseguró de que el mundo nunca lo conociera por medio de la sabiduría humana, usó nuestra predicación «ridícula» para salvar a los que creen.


—Oh Señor Soberano —respondí—. ¡No puedo hablar por ti! ¡Soy demasiado joven!


No es mi intención asustarlos con mis cartas.


Esas personas deberían darse cuenta de que nuestras acciones, cuando lleguemos en persona, serán tan enérgicas como lo que decimos en nuestras cartas, que llegan desde lejos.


¡Me da vergüenza decir que nosotros fuimos demasiado «débiles» para hacer lo mismo! Pero sea lo que sea de lo que ellos se atrevan a jactarse —otra vez hablo como un necio— yo también me atrevo a jactarme de lo mismo.


Les daré todas las pruebas que quieran de que Cristo habla por medio de mí. Cristo no es débil cuando trata con ustedes; es poderoso entre ustedes.


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